El festejo por los 7 años de su hijo mayor y la bendición de su carro, adquirido con mucho esfuerzo, fueron los motivos que llevaron a la familia Daquilema Daquilema a viajar hasta Baños de Agua Santa. Todo era felicidad, pero el destino les tenía preparado un trágico final, ya que los cuatro integrantes de la familia y una tía de los niños fallecieron sepultados por un alud de tierra en la vía Penipe-Baños.

La pareja, integrada por Patricio Alejandro Daquilema y Blanca Isabel Daquilema Tanqueño, comerciaba con ganado para sacar adelante a la familia. Tenían dos hijos: Julio Gabriel, de 7 años, y Sarahí Marisol (3).

La madrugada del martes salieron rumbo a Baños acompañados de Marcia Daquilema (15 años), hermana de Blanca; y de otros allegados que viajaron en un segundo vehículo.

Sin embargo, de regreso a casa (Penipe), solo uno de los dos grupos llegaría a su destino. El carro en el que iba la joven familia no aparecía y ninguno de ellos contestaba sus teléfonos, por lo que uno de los parientes decidió regresar a buscarlos. En el camino se encontró de frente con la tragedia: un derrumbe los había sepultado.

El reloj marcaba las 18:00 del martes cuando se accidentaron. A esa hora, el ECU 911 de Riobamba informó del deslave de gran magnitud que cerraba la carretera Penipe-Cotaló-Baños, a la altura del km 35, cerca del límite entre las provincias de Chimborazo y Tungurahua. Por esto despacharon la maquinaria tanto del Ministerio de Obras Públicas como del Municipio de Penipe para enfrentar el deslave de tierra.

Los trabajos de limpieza iniciaron a la medianoche, cerca de las cuatro de la mañana y, según la versión de la entidad, la maquinaria encontró el automotor de los Daquilema entre los escombros, antes de que clareara el día.

“Recibimos la llamada y acudimos al sitio, los trabajos de limpieza iniciaron y cerca de las cuatro de la mañana se encontró el vehículo totalmente tapado por el material. Estuvo muy difícil el rescate por la cantidad de material que complicó la extracción de los cuerpos”, informó el sargento Oswaldo Morocho, miembro del GOE.

En el rescate fue necesario utilizar maquinaria especial para cortar los fierros retorcidos.

“Aportamos con personal y maquinaria para estricar el automotor, fue necesario cortar varios tramos para poder retirar a todos los cuerpos, estaban todos cubiertos por cantidades grandes de tierra y lodo”, dijo Jorge Usca, subteniente de los Bomberos de Riobamba.

Una vez ahí, la fiscal de turno dispuso el traslado de los cadáveres hasta la morgue de Riobamba.

Más tarde, familiares de las víctimas llegaron a las afueras del cementerio a recibir los cuerpos, que llegaron en vehículos de la Policía y Bomberos.

Las muestras de dolor por la tragedia eran incontenibles a ratos. La policía tuvo que alejar a la gente que se volcó sobre los féretros.