Exorcistas, los ‘cazademonios’ oficiales de Guayaquil

Exorcistas, los ‘cazademonios’ oficiales de Guayaquil

La Iglesia católica idesigna a un sacerdote para celebrar los conjuros. EXPRESO recoge el testimonio del encargado en la ciudad.

Su reducto está ubicado en el sector sur de la ciudad. Prefiere el anonimato por una cuestión de estrategia. Si se muestra en cuerpo y nombre seguro al día siguiente se formarán filas interminables al pie de su modesta parroquia. “Si cobrara, esta iglesia sería rica, daríamos de comer a muchas personas pobres y se harían muchas obras de caridad. No lo digo porque piense que Guayaquil esté llena de gente endemoniada, es que hay tantos que creen que llevan el demonio encima y no es verdad”.

Se trata del hombre que ejecuta los exorcismos de manera oficial por la Iglesia católica de Guayaquil, un sacerdote de origen español que llegó a cumplir este papel a regañadientes -se lo impuso el obispo de Cali-, pero que se ha vuelto eficaz a la hora de sacar demonios. “Casi nunca la bestia me ha vencido”.

Oficialmente no se conocen cuántos otros tienen nombramientos de la Iglesia católica en el Ecuador, lo que sí se sabe es que para echar demonios no vale cualquier cura. El Código de Derecho Canónico determina que ‘el ordinario del lugar (el obispo) concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida’.

Ese es el caso de este padre, quien nació en Valencia y que arribó al país en el 2003 con el precedente de que sus mayores batallas con espíritus infernales las desarrolló en Colombia. “En Cali, el tiempo en el que estuve, había mucha maldad. Podría contar tantas cosas, pero prefiero guardarme detalles. No solo las personas estaban tomadas por el mal, también los sitios”.

En el anecdotario personal recuerda cuando lo llevaron a una hacienda. “En el lugar había un jacuzzi donde descabezaban a quienes no cumplían con sus obligaciones con el narcotráfico. Fue un trabajo duro”.

Antes de este sacerdote, el encargo oficial recayó en el padre Celso Montesdeoca. “El 2010 se dividió la diócesis entre Guayaquil y Yaguachi. Como el padre Celso tenía su trabajo del otro lado, se quedó allá y nosotros perdimos a nuestro exorcista oficial”, recuerda monseñor Iván Minda, obispo auxiliar de Guayaquil. Fue en esos días que se fijaron en el padre español. El hombre arrastraba cierta fama. Varios de sus casos coparon espacios en periódicos y noticieros de televisión.

Enfrentando a los demonios de los guayaquileños también estuvieron los ya fallecidos padres Hugo Vásquez Almazán e Ignacio Moreta.

Para muchos, creyentes y no creyentes, aquello de los exorcismos es solo tema de películas de terror o una práctica medieval. En el mismo lugar donde los sacerdotes ven demonios, psicólogos y psiquiatras miran esquizofrenia, psicosis o epilepsia.

Jorge Torres, psiquiatra guayaquileño, quien estudió sobre los rituales de santería en Cuba y publicó un libro, refuta el trabajo de los conjuradores oficiales: “eso es terreno de la psicopatología. Hay personas de carácter frágil fácilmente sugestionables”.

Desde algún lugar del país donde en estos días cumple un retiro espiritual, el padre Celso argumenta que la posesión es un hecho real. En su caso, dice que estuvo poco tiempo, sin embargo le tocó enfrentar al demonio de manera tácita. Él describe las situaciones que suelen enfrentar en estos oficios: “contorsiones, explosiones de rabia, palabras impías y blasfemas. El poseso entra en trance, pierde todo control”. También hablan lenguas desconocidas y poseen cierta fuerza descomunal.

¿Existe o no el diablo? Ante la sola posibilidad, la Iglesia católica del mundo está preparada. En España, donde ganó fama mundial Gabriele Amorth (murió en septiembre de 2016) a quien se le atribuye haber realizado a lo largo de 30 años unos 70.000 exorcismos, el 26 % de las 69 diócesis tiene oficializado ese cargo.

La Iglesia de Guayaquil, donde cada mes se presentan hasta dos posibles casos, no quiere quedarse atrás. Está en proceso de seleccionar a siete sacerdotes (uno para cada vicaría en la que está distribuida la Arquidiócesis local) para que sean instruidos en la escuela de exorcistas de Roma.

“Esperamos definir quiénes son los candidatos en la próxima reunión de vicarios”, asevera el padre Minda. “El diablo existe, y pronto seremos más para enfrentarlo con una mejor preparación”.

Los otros sacerdotes que también se enfrentaron a las huestes de Satanás

Uno de los recientes exorcistas oficiales de la Arquidiócesis local fue el padre Hugo Vázquez (fallecido). “Yo no creía que el diablo existía”, le dijo en su momento a EXPRESO. Una mañana de noviembre de 1990 le correspondió enfrentarlo por primera vez.

En esos días Vázquez andaba por 50 años y era párroco de la iglesia La Redonda, en Urdesa. Le ganó la batalla al demonio que poseía a una mujer, pero esto le pasó factura: “Durante dos meses me costó conciliar el sueño y me levanté sobresaltado. Sentía a mi alrededor la presencia de espíritus inmundos”.

Quien tomó la posta fue el sacerdote filipino Ignacio María de Moreta y Centenera, quien residió en Guayaquil por más de 25 años. Falleció el 2009, cuatro años luego de haber dejado ese cargo. “No es fácil echar demonios, uno se enfrenta con seres que pueden morar en delicadas adolescentes, pero que rugen, bufan, se revuelven y agitan sus cuerpos como un resorte”, le contó a EXPRESO este padre un día de enero del 2006.

‘El poder de Cristo te obliga’

“Te conjuro, Satán, enemigo de la salvación humana, reconoce la justicia y la bondad de Dios Padre. Te conjuro, Satán, príncipe de este mundo, reconoce el poder y la fuerza de Jesucristo, que te venció en el desierto, prevaleció en el huerto y te despojó en la cruz. Retrocede de esta criatura que, al nacer, Cristo lo hizo hermano suyo y, muriendo, lo adquirió con su sangre”. Esta es la parte principal de la fórmula del conjuro del exorcismo que comprende 75 páginas y puede ser descargada desde un sitio web. Se trata de un rito regulado por el Código de Derecho Canónico que en el canon 1172. Esta ceremonia está codificada de forma oficial desde 1614.

Entre escuelas y asociaciones

En Italia, además de que hay 400 exorcistas oficialmente reconocidos -en España hay 15, 8 en Madrid España- comenzó a funcionar el 2005 un curso universitario sobre el satanismo, la posesión demoníaca y el exorcismo. Asisten cada cierto tiempo hasta 200 sacerdotes y seminaristas de 40 países. En los últimos años ese taller se abrió también para laicos, que incluye desde psicólogos, psiquiatras e investigadores.

En Buenos Aires se fundó hace dos años una escuela para exorcistas, que por tres años y un pago de 1.692 dólares por tres años de estudios.

En México, cada año se desarrolla el Encuentro Nacional de Exorcistas y Auxiliares de la Liberación, al que asisten unos 500 participantes de distintos países.

Desde 1993 se fundó la Asociación Internacional de Exorcistas, una organización que en estos 23 años ha otorgado licencias a unos 400 miembros en seis continentes y que logró ser reconocida oficialmente por el Vaticano en junio de 2014.

Esta asociación también organiza un congreso anual, a este asisten sacerdotes del continente europeo en su mayoría. Sin embargo, el primer gremio de exorcistas en el mundo se lo fundó en Roma, la Asociación Italiana, que funciona desde 1991, en un país donde en la iglesia local se realizan hasta 500 mil exorcismos por año.

Para saber

¿Cómo te reconoces?

Cambios bruscos de la personalidad y en el comportamiento; brotes de ira y violencia tanto hacia personas y animales. Expresa groserías o blasfemias. Siente aversión ante objetos religiosos (Biblia, iglesias, crucifijos...) Se descuida del aseo personal. Sufre pérdidas de memoria sin motivo.

¿Qué hacer?

La Iglesia católica no tiene un call center para atender a los poseídos, pero recomienda pasos. Primero, ir hasta el cura más cercano (la parroquia de tu barrio). Este hará una evaluación del caso y lo descartará si no hay rasgos de posesión. Si lo hay, el párroco recomendará acudir a la Curia y presentar el hecho. El arzobispo analizará la posible posesión y tramitará la intervención del exorcista oficial, quien deberá hacer su trabajo.