La erradicacion de la polio

Hace unos años, parecía que la campaña global para erradicar la poliomielitis se había estancado. El virus seguía siendo endémico en Pakistán, Afganistán y Nigeria. Luego, en 2013 y 2014, se descubrió que había reaparecido en siete países africanos y de Medio Oriente de los que había sido erradicado, por lo que la OMS declaró “emergencia de salud pública de importancia internacional”. A pesar del retroceso, hoy estamos más cerca que nunca de erradicar la polio. En 2015 hubo solo 74 casos nuevos: 80 % menos que el año anterior, y el total anual más bajo de la historia. Y todos se concentraron en solo dos países: Pakistán y Afganistán. Además, hace dieciocho meses que el virus no se detecta en África. Los motivos detrás de este avance notable son aleccionadores, muestran los desafíos que enfrenta el personal sanitario y el mejor modo de superarlos. Los obstáculos contra la erradicación de la polio ya no son médicos: allí donde los programas de vacunación pueden trabajar sin impedimentos, no hay polio. En los últimos cinco años, los casos se dieron casi exclusivamente en países en guerra: Nigeria, Pakistán, Afganistán, Somalia y Siria. Como los programas de vacunación dependen de los gobiernos nacionales y de la OMS, la vacunación se dificulta en áreas donde hay milicias rebeldes enfrentadas al Estado. La menor incidencia de polio fue en gran medida resultado de un mejor acceso a esas áreas. En Nigeria y Pakistán la vacunación pudo continuar después de que fuerzas oficiales reaseguraron el control estatal de los territorios en conflicto. En Nigeria, la mayoría de casos se dieron donde el grupo terrorista Boko Haram asesinó y secuestró a trabajadores sanitarios, lo que interrumpió los programas de vacunación. Pero cuando una fuerza militar regional obligó a los terroristas a replegarse a zonas montañosas y boscosas despobladas, el personal pudo entrar a áreas a las que antes no tenía acceso. En cambio, los talibanes afganos cooperan desde los 90 con los programas de vacunación contra la polio. En la mayoría de los casos, los líderes locales aceptaron la entrada de los trabajadores sanitarios porque ven esos programas como un modo de reforzar su autoridad sobre la población dándole protección. Mas en Somalia, el grupo terrorista Al Shabab no deja trabajar al personal sanitario, lo considera un intento extranjero de imponer un gobierno centralizado. En Siria, tras el levantamiento en 2011, el Gobierno impidió a la OMS operar en áreas fuera de su control, lo que produjo un brote que llevó a que se forme una coalición “ad hoc” con grupos de oposición moderados, autoridades turcas y ONG locales, que efectuó una serie de campañas de vacunación y logró contenerlo. La coalición negoció la entrada a las áreas con los líderes rebeldes locales; incluso milicias como EI permitieron la realización de campañas de vacunación en las áreas bajo su control.

La lección es clara. Para que las campañas de vacunación tengan éxito, es necesario el apoyo de los líderes políticos de facto, ya se trate de un Estado reconocido por la comunidad internacional o de una milicia repudiada por todos.

Project Syndicate