14 DE ENERO DE 2003. Fidel Castro arribó al país para presenciar la posesión del presidente Lucio Gutiérrez.

Ecuador absolvio a Fidel

En todas partes del mundo, la valoración sobre Fidel Castro conduce a un desgastante registro histórico sobre intercambios de puños y manos abiertas.

En todas partes del mundo, la valoración sobre Fidel Castro conduce a un desgastante registro histórico sobre intercambios de puños y manos abiertas.

Pero no en Ecuador. Esta república abrió, desde un inicio, las puertas al dictador cubano. Y nunca las cerró. Por el contrario, hacia el final de su vida, en los últimos 10 años, La Habana y Quito se embarcaron en una luna de miel que, tras la muerte del líder guerrillero, no parece tener fecha de caducidad.

Así fue siempre. O casi siempre. Los registros de Cancillería consultados por EXPRESO dan cuenta de dos rupturas en la relación bilateral que incluyen balas perdidas impactando contra la embajada ecuatoriana en La Habana en 1962 (durante el Gobierno conservador de Carlos Julio Arosemena Monroy) y una violación a la soberanía de la misma sede en 1981, cuando Castro ordenó sacar a rastras a 14 cubanos refugiados por Ecuador (durante el mandato de Sixto Durán-Ballén). Pero son excepciones que confirman una regla implícita: Ecuador absolvió a Fidel antes que la historia.

Lo dice así el constante paseo por el territorio nacional que emprendió Castro, a quien su isla siempre le quedó pequeña, durante su medio siglo de Gobierno: visitó Ecuador en cuatro ocasiones.

Lo hizo sin importar las banderas políticas. Y siempre fue bien recibido. En 1971, el populista José María Velasco Ibarra lo recibió en Guayaquil, durante su primera visita oficial como mandatario. Una década más tarde Quito devolvió el gesto. Lo hizo pese al abismo ideológico. El socialcristiano León Febres-Cordero se convirtió en el primer presidente liberal latinoamericano en pisar oficialmente la isla. En 1988, respondiendo al péndulo que ha llevado de izquierda a derecha al poder latinoamericano, el autócrata volvió a Ecuador para asistir a la posesión de Rodrigo Borja (Izquierda Democrática). Tal y como haría en enero de 2003, cuando Lucio Gutiérrez (Sociedad Patriótica) llegó al poder de la mano de la Conaie, cuyos líderes cenaron con el visitante.

Un año antes, en 2002, había pisado suelo ecuatoriano en una visita no oficial, invitado por el artista Oswaldo Guayasamín para la inauguración de La Casa del Hombre. Ambos compartían una amistad sostenida sobre la izquierda y la causa indigenista.

En todos esos años, Ecuador fue fiel a su postura de oposición al embargo estadounidense contra Cuba. Y jamás firmó declaraciones oficiales que hicieran alusión a los miles de reportes de violaciones contra los derechos humanos bajo la dictadura castrista.

Las relaciones entre ambos países, lejos de intereses comerciales, “giraban siempre en torno a Fidel, porque su diplomacia y su Gobierno estaban personificados”, recuerda a este Diario Carlos Estarellas, experto en relaciones exteriores e historiador acucioso de la diplomacia ecuatoriana.

“Sus visitas nunca buscaron otra cosa que no sea la promoción ideológica. Quería lograr la difusión de su ideología. Y yo diría que lo logró en Ecuador”, apunta Estarellas, quien acusa al Gobierno nacional de haber asumido esa carga ideológica en la política exterior y relaciones bilaterales con Cuba.

En 60 años, nunca las relaciones han marchado mejor que en la última década. El Gobierno de Rafael Correa elevó a Cuba a la categoría de “ejemplo” y ha fortalecido lazos migratorios, comerciales y de colaboración en educación, salud y defensa.

El excanciller Marcelo Fernández, que sirvió al régimen de Durán-Ballén, durante el único y breve periodo de crítica desde Quito hacia La Habana, comparte la “alta carga ideológica” en la relación actual, pero descarta que Ecuador haya absuelto al líder cubano antes que la historia: “Una cosa es Ecuador y otra es su gobierno. Parecen dos países distintos”.

Su influencia

- Política

En la política ecuatoriana ha sido citado por desarrollar relaciones con los presidentes ecuatorianos de carácter fuerte y hablar directo (en la foto con Velasco Ibarra). En las reuniones privadas, como asegura el expresidente Lucio Gutiérrez a EXPRESO, “solía dar consejos para gobernar: reformar la Constitución, acallar a la prensa y fortalecer el partido de Gobierno”.

- Diplomacia

Los diplomáticos consultados por este Diario describen a los representantes de la diplomacia cubana como “discretos y eficientes”. Estos están siempre vinculados a la difusión de la ideología castrista y la defensa de la imagen del líder. Su mejor arma es el servicio médico o educativo proporcionado por La Habana. Ecuador ha votado consistentemente en la ONU contra el embargo.

- Cultura

Fidel Castro está evidentemente ligado a la cultura ecuatoriana. Su relación con Oswaldo Guayasamín, suficientemente sólida como para motivar una visita no oficial del líder cubano a Ecuador, queda registrada en los cuatro cuadros que el artista plástico pintó para el dictador, en 1961, 1981 (en la gráfica), 1986 y 1996.

La voz oficial

n Cancillería se lo tomó en serio. El más largo comunicado tras la muerte de un mandatario llegó ayer a las redacciones, tras la muerte de Fidel Castro: “El Gobierno y el pueblo del Ecuador”, dice el comunicado, se suman al “dolor y homenaje” por el dictador cubano, a quien el boletín catalogó como “Comandante en Jefe de la Revolución Cubana y héroe de la lucha antiimperialista mundial”.

Además de enviar el pésame de costumbre, la Cancillería optó por hacer un repaso al “inmenso legado de Fidel Castro” que, en sus palabras, “no solo abarca los logros de la Revolución Cubana” inicial, sino que destaca al líder como el autor de un proyecto de nación de “referencia regional y mundial”.

El comunicado debe remontarse hasta la Guerra Fría para destacar a su último guerrero en Occidente y “la necesidad de contrarrestar la amenaza permanente de los Estados Unidos, cuyos sucesivos Gobiernos se embarcaron en una constante campaña de agresión contra la Revolución Cubana, que aún hoy continúa”.

Cancillería prefiere referirse a Castro como “Primer Mandatario de Cuba” para destacar su “tenaz e inclaudicable defensa de la independencia y la soberanía de Cuba”, que décadas más tarde tiene una dimensión completamente diferente: la normalización de las relaciones con Estados Unidos.

Un hecho que, a criterio de Exteriores, se debe a “la histórica participación de Cuba en la Cumbre de las Américas de 2015, fruto de la postura común de los pueblos del continente en favor de su inclusión en este foro; y la reciente votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el bloqueo estadounidense, que por primera vez en la historia no registró ningún voto en contra, atestigua el consenso universal a favor de Cuba y en contra de las medidas unilaterales de agresión”.

El comunicado omite hacer referencia a los derechos humanos.