Desalojo. Las familias extranjeras fueron obligadas a dejar el lugar.

Tras desalojo, los migrantes buscan un refugio en la calle

Gobierno y Municipio retiraron a quienes se habían tomado un área recreativa frente a la terminal. No obstante, no les ofrecieron, por ahora, otras opciones.

La aparente actitud pasiva que mostraba un grupo de 50 venezolanos cambió cuando se enteraron de que serían desalojados del sitio que habían convertido en su hogar: el complejo deportivo municipal del intercambiador de tránsito de las avenidas Benjamín Rosales y Narcisa de Jesús, en el norte de Guayaquil.

Había hombres, mujeres y niños. Los menores no entendían lo que sucedía. Solo caminaban junto a sus padres mientras arrastraban lo poco que habían salvado antes de que el personal del Municipio colocara sus pertenencias en camiones de transporte de basura.

Los adultos, en cambio, gritaban y trataban de disuadir a quienes desbarataban las carpas que habían improvisado debajo del viaducto. Y en medio del alboroto, un joven se desmayó y empezó a convulsionar, pero fue estabilizado rápidamente por paramédicos del Ministerio de Salud.

El desalojo, efectuado de manera conjunta por entidades del Gobierno y dependencias municipales, se dio luego de que el pasado domingo, un grupo de patinadores que visitó el área deportiva denunció por redes sociales haber sido agredido por los extranjeros.

Antes de la intervención, EXPRESO conversó con migrantes en el sitio. “Los patinadores que vienen no son deportistas, son drogadictos que cada vez que venían nos insultaban, quemaban la ropa y nos lanzaban piedras”, contó Eduardo Rangel, padre de familia.

“Y cuando llamábamos a los policías, le daban la razón a ellos. Es indignante, porque solo nos culpan a nosotros, pensamos que estaríamos mejor acá, pero estamos peor que en Venezuela”, acotó Iramé Oliveras, una madre migrante.

Los extranjeros no querían retirarse, pero había 170 policías y 65 metropolitanos que tenían una misma misión: “Despejar el lugar”, informó el comandante zonal de la Policía Nacional, Ramiro Ortega.

La semana pasada, tras una reunión en la Gobernación, el director municipal de Justicia y Vigilancia, Xavier Narváez, había anunciado el desalojo, que ayer se ejecutó a las 12:30.

Agentes en motocicletas ingresaron a las instalaciones del parque deportivo con sus sirenas encendidas. Luego, equipos tácticos de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), vestidos con trajes antimotines, se agarraron de los brazos y formaron una barrera móvil que no se detuvo hasta abarcar a todos los foráneos para, con aplicación de la fuerza, obligarlos a salir.

Durante la acción, dos venezolanos fueron aprehendidos, para investigar su posible participación en un hecho delictivo ocurrido en los últimos días en los alrededores de la terminal terrestre, explicó Ortega.

Luego, los agentes revisaron todas las áreas del complejo y hallaron dos cuchillos y una pistola de juguete, pero no hubo detenidos por ese hecho.

El intendente de Policía del Guayas, Josué Dumani, detalló que existían “múltiples denuncias” y que por eso se hizo un operativo para “limpiar y ordenar este sector”. Además, destacó que, tras el retiro de los migrantes, el parque otra vez podrá ser usado “por las familias, para que otra vez puedan hacer deportes, que es lo que normalmente se realizaba”.

Ofreció que “a todas las personas que se encuentren en estado de vulnerabilidad, sean niños, adultos o ancianos, se les va a dar toda la protección y atención médica que requieran”. Pero no habló de algún lugar de acogida provisional.

Aclaró que, aunque al momento del operativo había 50 personas, por las noches llegaban a dormir hasta 500.

En agosto, EXPRESO publicó que la falta de albergues para indigentes en Guayaquil se había tornado más grave y evidente por la masiva presencia de refugiados venezolanos, que se han tomado aceras y espacios públicos para pernoctar.

Este medio le preguntó a varios migrantes desalojados adónde irían. “A la calle, estábamos acá porque no teníamos a dónde más ir”, dijo Rangel.