Hay que serenarse. Aunque el nuevo gobierno genera expectativa en el país, los retos que enfrenta Ecuador sobrepasan lo que el presidente electo Daniel Noboa Azín pueda hacer en su breve período de gobierno.

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¿Reelegirse en 2025 podría ser una solución? Según analistas consultados por este Diario, no; ya que la problemática coyuntura del país tampoco se podría resolver en un período completo de cuatro años, sino que las soluciones deben perfilarse de manera integral, consensuada y a largo plazo.

En seguridad, uno de los temas que más se han agravado y que más preocupa a los ecuatorianos, la solución no es inmediata ni fácil, pero sí necesita de unos firmes primeros pasos para que el país pueda mermar la creciente ola de criminalidad, sostiene el analista político Giuseppe Cabrera.

“Salir de esta situación no será tan rápido como caímos, sino que será muy complejo por la red de problemas que se han tejido alrededor del crimen (...)”, acota y hace hincapié en que la solución de la violencia no solo pasa por las medidas inmediatas con la fuerza pública, sino con acciones a largo plazo que, a la par, puedan solventar las necesidades sociales de Ecuador.

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En ese sentido, según comenta la analista política Lourdes Luque, el rol de Daniel Noboa en su breve período de gobierno será el de dejar las bases de lo que a futuro pueda ser la verdadera solución para las urgencias nacionales, entre ellas, pero no exclusivamente, la inseguridad.

“Es el más difícil, pero si logra concentrarse en cinco temas (que estén enfocados a combatir la inseguridad y al crimen organizado) va a ser muy valorado por la ciudadanía y habrá dejado una semilla importante”, resalta Luque, quien se atreve a proponer cuáles deberían ser.

La derogación de la denominada ‘tabla de consumo de drogas’, sigue Luque, podría ser un primer paso firme hacia mostrar su voluntad de querer luchar contra el negocio del microtráfico de drogas; algo que el propio Daniel Noboa ha mencionado, sobre todo, en la campaña de la segunda vuelta electoral.

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Del mismo modo, sostiene que la reducción (así sea leve) de las muertes violentas, el fortalecimiento de la Unidad de Análisis Financiero (UAFE) y el inicio de un proceso de depuración de la fuerza pública podrían ser los temas en que Daniel Noboa ponga su esfuerzo durante su corto período de gobierno como presidente.

Pese a la buena voluntad que pueda tener Noboa de dejar marcado el camino por el cual Ecuador pueda buscar la solución a sus problemas, según señala Cabrera, todos estos esfuerzos podrían borrarse si la clase política también asume como propia la necesidad de un acuerdo para, al menos, intentar buscar una salida a las crisis nacionales.

De hecho, sin que Daniel Noboa se posesione aún como presidente de la República varias organizaciones políticas han marcado una postura propositiva e, incluso, de colaboración con el gobierno entrante.

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El mismo día del balotaje, una vez conocida la tendencia de las votaciones, la presidenciable correísta Luisa González lanzó un mensaje de fiscalización, pero que a la vez pretende tender puentes: “Cuente con nuestros votos en la Asamblea, siempre que no sea para privatizar”, soltó la candidata; palabras que, semanas después, serían repetidas por la asambleísta electa Pamela Aguirre.

Del mismo modo, aunque no tienen ni representación en la nueva Legislatura, el partido Izquierda Democrática mostró su apertura para, incluso, colaborar con el régimen de Daniel Noboa. “Reafirmamos nuestra voluntad de sumarnos y aportar en todas las iniciativas de política pública (...)”, destacó.

Sin embargo, según Luque y Cabrera, estas muestras de apoyo no son suficientes, al menos no si se quedan en enunciados. “No se necesita una madurez política solo de los partidos, sino de todos los actores que componen la sociedad civil organizada, la opinión pública, entre otros”, acota Cabrera.

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Para lograr este paso que, según dice, es el camino que podría asegurar la continuidad de cualquier semilla que deje Noboa, hay que “abandonar dogmas, intereses personales e, incluso, la necesidad de plantear reformas que organicen el sistema de partidos y movimientos”.

Un paso previo, según Luque, sería que las organizaciones políticas se sienten a establecer las líneas guía que el país debe seguir y acordar que, con consensos y disensos, esos serán los objetivos que persiga el Estado, no un gobierno. Aunque el tiempo es corto, la tarea es ardua, según Cabrera, sobre todo para que la ilusión no se convierta en decepción.

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