Cada año, durante la época de lluvias, las precipitaciones más fuertes de la temporada causan inundaciones en sectores de Guayaquil. La empresa a cargo del servicio de alcantarillado, Interagua, ha explicado que estos casos se deben al taponamiento de las

Una ciudad Multivulnerable

60 % de inmuebles de la ciudad han sido construidos sin estudios y de manera informal, según estiman los arquitectos.

Los guayaquileños crecen sabiendo que cada vez que llueve fuerte y hay marea alta, la ciudad se inunda. Desde abril, saben que en caso de un sismo como el ocurrido en Manabí y Esmeraldas, los efectos pueden ser similares o peores que los sufridos allá. Y, desde la semana pasada, que si por algún hecho -incluso fortuito- la única planta potabilizadora dejara de operar o de captar el insumo del Daule, en pocas horas toda la ciudad se quedaría sin agua.

Es decir, cada vez descubren otra gran debilidad de Guayaquil frente a un posible riesgo.

Expertos vinculados con este campo, como los arquitectos y planificadores urbanos, usan el término ‘vulnerabilidad’.

Vulnerable, según diccionarios de la lengua, significa “que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”. Por extensión, se dice de algo o alguien que es susceptible de ser dañado o afectado.

Y, como ya se ha visto, Guayaquil es multivulnerable. En ello concuerdan la decana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil, Yvetheyamel Morales; y el director del Instituto de Hábitat y Diseño IPUR, de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Filiberto Viteri.

El segundo anota que no solo se es vulnerable por la situación en sí (por ejemplo, una ciudad al pie de un volcán), sino por la falta de preparación o de respuesta ante un evento.

Parte de esa preparación implica determinar cuáles son las causas para ver de qué manera se pueden mitigar sus efectos.

Para los arquitectos, es claro que existen otras ciudades situadas incluso debajo del nivel del mar, que no se inundan porque haya lluvia fuerte y marea alta como Guayaquil. No solo tomaron acciones preventivas, sino de control. Y con ello redujeron su vulnerabilidad.

Guayaquil, según ellos, debe tomar esos ejemplos para mitigar el problema de las inundaciones. O adoptar acciones específicas para prevenir otro corte de agua. El arquitecto y magíster en Impactos Ambientales, Brick Reyes, señala un urgente control a las empresas e industrias asentadas al pie del río Daule. “Lo que se dio ahora es solo una alerta”, expresa.

Eso, para los casos ya citados. Pero, de manera general, ¿Qué pueden hacer los guayaquileños frente a la múltiple vulnerabilidad de su ‘hogar’?

Para Yvetheyamel Morales, la clave está en la investigación, la planificación urbana y el ordenamiento territorial.

Ricardo Villacrés, ingeniero comercial y magíster en Economía y Gestión Empresarial, se refiere al modelo administrativo municipal de concesionar los servicios. Anota que esto funciona siempre que la empresa privada sea eficiente y el Municipio controle. Cree que esas condiciones no se cumplen en todos los casos.

El arquitecto y profesor de la Católica, Jorge Ordóñez, acota que se debe trabajar en una planificación más adecuada de riesgos. “Me parece que se planifica según el mejor escenario posible; se debe planificar para el peor escenario”, contrasta.

Su colega, Teresa Pérez de Murzi, va aún más allá: “Hay que repensar la ciudad”, dice.

A su criterio, Guayaquil ha seguido un modelo de crecimiento no apropiado. No solo porque lo ha hecho al pie o sobre ríos y esteros -lo cual de por sí ya constituye un riesgo-; sino sin una real planificación.

En esto cita como ejemplo la tendencia a seguir creciendo en forma horizontal, en lugar de hacerlo verticalmente. Lo que obliga a llevar cada vez más lejos los servicios básicos.

Viteri suma un factor que agrava la vulnerabilidad: la falta de preparación del ciudadano, lo cual también quedó en evidencia el día del terremoto de abril; y la semana pasada en el sorpresivo corte de agua.

Los riesgos de otros tipos y los anunciados

La arquitecta y catedrática de la Universidad Católica, Teresa Pérez de Murzi, aclara que la vulnerabilidad no solo es física, sino que también puede ser social o de otros tipos. Por ejemplo, la que evidenció Guayaquil el 30 de septiembre de 2010, cuando hubo una huelga policial y la ciudad se sumió en el vandalismo y delincuencia.

Pero no hace falta pensar casos extremos. Basta ver el problema que tendrían todas las ciudadelas ubicadas rumbo a la costa, si la única vía que tienen se cerrara.

Se suman los peligros futuros ya advertidos. Está anunciado que por efecto del cambio climático subirá el nivel del mar, lo que afectará a las ciudades costeras, recuerda el experto en impactos ambientales, Brick Reyes.

Para Guayaquil, que ya sufre problemas de sedimentación del río Guayas y formación de islotes, eso podría implicar que su red de alcantarillado quede bajo el agua.