
Los chinos cultivan sus propias verduras
Cae una leve llovizna al amanecer de un martes reciente, mientras un par de vaqueros traslada cerca de 20 vacas de un lado a otro en la línea asfáltica de la carretera Durán-Boliche, a la altura del kilómetro 19. Es precisamente en ese punto aledaño a Guayaquil donde Hing Huang y su esposa Yar Wu se han instalado con cerca de 30 semillas traídas desde su natal Cantón, una ciudad del sur de la República Popular China, para desde hace un año cultivar algunas legumbres y verduras con nombres raros y formas poco comunes para los ecuatorianos. La pequeña finca, de no más de 20 hectáreas, no tiene nombre. Nada la identifica. Sin embargo, basta con que se pregunte en ese sector para que el visitante sea ubicado. -¿La de los chinos? Ah, ellos tienen su chacra a un costado del paradero. Con esa referencia nadie se pierde. El siguiente paradero, identificado con un techado, está un kilómetro más adelante. Un portón entreabierto separa el sembrío de los Huang con el mundo occidental donde ellos han sembrado desde sus famosos ‘sin qua’, algo así como un pepino, pero con forma estrellada, hasta ‘kang kong’, unas hierbas alargadas conocidas también como espinaca del agua o col del pantano. Ambas, plantas esenciales en la gastronomía china. Una casona de dos pisos separa el área de trabajo. Cuatro perros salen al paso de los forasteros. Detrás de ellos, Hing, un hombre delgado, de unos 60 años, tiene un cigarrillo entre sus dedos. Por el color de la cajetilla que lleva en una mano, se entiende que es de la famosa marca del vaquero; la diferencia es que está escrita en letras del alfabeto chino. “¡No hablar...!”, dice él, pero no significa que no carezca del don de la palabra sino que no entiende ni pronuncia más de dos sílabas del castellano. Atento, conduce a los visitantes hacia el fondo de la propiedad, un franja angosta pero alargada donde se observa a cinco personas laborando y distribuidos entre los sembríos. Una de ellas es Yar Wu, su esposa; y los otros, trabajadores de campo que residen en los alrededores. Son ellos quienes ayudan a entender el panorama de este huerto. Asegura que en los días de invierno apenas se cultiva de cuatro a seis productos. El resto, de 24 a 27, se los siembra en la etapa de verano. “No pregunten cómo se llaman estas plantas. Nosotros solo las sembramos, tienen nombres raros”, indica uno de ellos. En Guayaquil, una de las vocales de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China y dueña de una pequeña cadena de restaurantes, Junsi Huang, da las referencias del caso. “Mis padres llegaron hace menos de un año. Ellos producen para paisanos, no para los locales. Aquí ni se conocen los usos de las plantas”. En Guayaquil, cada mañana Hing Huang llega conduciendo un pequeño furgón lleno de verduras y legumbres. Acá las distribuye a chifas y a dos de las tiendas para asiáticos que están en el centro de la ciudad. Una de estas la de Hua Wei Liao, otro cantonés que abrió hace casi dos años. Antes, ahí vendía los productos que sembraban también sus padres en una finca en Milagro; pero como estos enfermaron, ahora en los mostradores ofrece las verduras que les lleva Huang y las que le envían desde Quito. “Estos días la demanda es buena, porque los paisanos están preocupados en preparar los platos para la noche del año nuevo chino”, menciona Junsi Huang, quien es dueña del Chifa Dinastía, que abrió en agosto pasado en La Piazza de la vía a Samborondón. Precisamente, la noche del próximo lunes los chinos de todo el mundo celebran su gran cena por la fiesta de la primavera. “Esa noche las familias preparan muchos platos. Aquí en la ciudad, hay familias que cuidan sus tradiciones”, subraya el empresario manabita José Wonsang, presidente de la Colonia China en Guayaquil.