Dedicación. Él da los últimos retoques a una balsilla, que le tomó casi cuatro horas confeccionarla.

La balsilla, simbolo de un patrimonio playero

Los callos en sus palmas hablan por él de esas duras faenas. Hoy, a sus 75 años, Félix Mite Bohórquez sigue trabajando con las embarcaciones, aunque esta vez hechas una obra de arte.

Durante 60 años sus manos tomaron los remos para enfrentar el mar, a veces en apacible calma y otras tantas embravecido. Los callos en sus palmas hablan por él de esas duras faenas. Hoy, a sus 75 años, Félix Mite Bohórquez sigue trabajando con las embarcaciones, aunque esta vez hechas una obra de arte.

Y aunque la intensidad del esfuerzo ha cambiado, el sueño de sentirse útil no. Félix forma con sus manos las balsas en miniatura y otros tipos de embarcaciones, adornadas con coloridas velas las que después vende, remplazando así lo que antes le producía la pesca, aunque quizá con menos dinero.

“En un día puedo hacer hasta dos balsillas, cuyo precio, según el tamaño, va de 6 a 15 dólares... pero no se venden todos los días”, señala el pescador artesanal.

Entre sus mejores obras destacan, precisamente, réplicas pequeñas de las balsas usadas por los pescadores de antaño, que fueron declaradas como Bien Patrimonial del Ecuador en julio del 2015.

Daniel Jordán, folclorista de Playas y quien a través de la música y la danza transmite la memoria histórica de las balsas, sabe bien el valor que tienen. “Mi abuelo fue pescador y yo trabajo porque esa tradición y ese patrimonio no mueran; tengo mi grupo de Danza del Pescador y recorro el país haciendo conocer a Playas como un pueblo de balseros ancestrales”, relata.

Él habla de las mismas balsas en las que Félix Mite se hacía a la pesca cuando apenas tenía 15 años. Hace unos cinco años dejó de “arar en el mar” porque la pesca artesanal se extinguió y fue muriendo enredada en las grandes redes de los barcos pesqueros que acabaron con la época dorada de la pesca en balsa.

Mientras arma las balsillas, Mite va tejiendo sus recuerdos, como lo hacía antes con las redes. Corría 1953 cuando la pesca abundaba a menos de una milla: la corvina, el pámpano, el camarón y hasta la langosta llenaban las redes, cuenta con cierto pesar.

“Éramos 25 balseros que en cuatro horas pescábamos en abundancia. La docena de corvina la vendíamos a 2 sucres, el ciento de sardina en 10, era un platal; también hacíamos trueques con la gente de Progreso, El Morro y Cerecita, ellos nos daban tomate, pimiento, zapallo, sandía... y nosotros pescado. Llegamos a ser hasta proveedores de Sardinas Real de Posorja (Nirsa)”, rememora mientras talla una balsa.

En 1965, con la llegada de los primeros barcos camaroneros, comenzó la decadencia de la pesca en balsa. De trabajar a menos de una milla tuvieron que alejarse a 6. “A veces cogíamos algo y otras no”. La abundancia en la mesa y bolsillos de los pescadores comenzó a faltar, señala con pena.

Ahora asegura que las balsas “nos traen muchos recuerdos, no quisiéramos que desaparezcan, porque es la identidad de Playas y quisiéramos que las autoridades construyan un monumento en el malecón o a la entrada al balneario”.

Y los pedidos de proteger la memoria histórica de la patrimonial balsa tienen eco. Álex Yagual es gestor cultural y forma parte de la ‘Mesa territorial de salvaguardia de las técnicas tradicionales de las balsas ancestrales’, creada con el objetivo de proteger este bien intangible de la nación. Él asegura que se trabaja en planes, proyectos y actividades encaminado a su preservación.

La mesa está conformada por el Municipio de Playas, la Prefectura de Guayas, los ministerios de Turismo y de Medio Ambiente, la Marina y otras autoridades e instituciones locales.

Para que la balsa sea más conocida por los habitantes locales (los más jóvenes) y los turistas nacionales y extranjeros, se han creado varios eventos que, a la vez, ayudan a dinamizar la economía del sector.

Otro tema que se trata en la mesa es la conservación de la pesca de arrastre de orilla, que aún se hace en balsas de 5 palos. Esta actividad tiene sus complicaciones por los barcos que invaden su área. (F)

Establecer un nexo con la juventud

El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) tiene su propio plan para fortalecer la memoria histórica de las balsas. Transmitir el saber ancestral de los pescadores a las nuevas generaciones, incluyéndolo en el pénsum educativo, es una de sus propuestas, asegura Gloria López, antropóloga de la entidad.

Además, cuenta, se crearían en talleres donde se eduque a la juventud sobre el tema, que la Marina reconozca a la balsa como el primer instrumento de navegación y, en conjunto con el Ministerio de Turismo, trabajar en un proyecto de difusión.