El amor a Guayaquil es involucrarse en cumplir con sus ordenanzas
Guayaquil ha crecido tanto que se necesita la participación activa de los habitantes. En Urdesa Central, en la Av. Jorge Pérez Concha, las aceras lucen muy sucias, las peatonales descuidadas, la basura se la saca a deshora, ocasionando que estas fundas amanezcan hasta el día siguiente. Hace falta la cultura del reciclaje. Cada propietario debería tener la obligación de que las aceras frente a su vivienda luzcan transitables y limpias. Sus viviendas pintadas, las culatas de cada vivienda enlucidas. El orden y modernismo que hay en otros sectores, también lo deseamos para Urdesa Central. En días de fiestas sobre todo en Malecón y sus alrededores, conservar limpio el lugar. A los vendedores ambulantes deberían censarlos, uniformarlos, carretillas en buen estado; no puede cobrar la persona que ofrece el producto. Las fiestas se empañan con la presencia de estas personas con fogones, carretillas, en lugares céntricos, deseando un ingreso, pero no de la forma correcta, dejando las calles sucias tras sus ventas. En mi niñez teníamos la colaboración del Cuerpo de Bomberos: con las mangueras de los carros limpiaban la ciudad, dejando las calles relucientes. Hoy, con más tecnología, ni calles, ni aceras, tienen esa limpieza de antaño. El trabajo de Puerto Limpio no podría calificarlo de excelente, parte culpa de los malos ciudadanos y de los señores que barren la ciudad: lo hacen superficialmente, muchos de ellos no tienen una buena escoba, ni pala para sacar el lodo que se acumula bajo las aceras. Esperamos que nuestra alcaldesa vuelva los ojos a Urdesa Central, nos visite y pueda constatar el estado de nuestras aceras, el peligro que tenemos al caminar. Las tapas de agua potable no están al mismo nivel de la acera. Nos encontramos con restos de hierro oxidados donde estuvieron postes de publicidad; no los cortaron al ras de la acera. Postes de luz, de cemento, están totalmente virados por el peso de los cables. Caminando, desde Jorge Pérez Concha, desde Ilanes, hasta Costanera, se puede constatar el peligro existente, sobre todo para el adulto mayor.
Laura Gómez Serrano