El proyecto Hotel Quito Plaza nació y crece en medio de polémicas

Los años pasan y han dejado huellas de notable deterioro en la fachada, la paraboloide hiperbólica (visera), las aceras y otros elementos exteriores del emblemático Hotel Quito. El edificio patrimonial fue inaugurado en 1960 y, dado su valor arquitectónico e histórico, forma parte del patrimonio de la capital.

Desde el 6 de mayo de 2016, cuando el IESS vendió el hotel a la empresa China Road and Bridge Corporation (CRBC), no ha parado la polémica sobre el futuro de esta propiedad ubicada estratégicamente en los límites de La Floresta con los barrios La Paz y González Suárez.

CRBC espera la decisión del Municipio sobre un enorme proyecto habitacional y comercial que se llamará HQ Plaza. Para el diseño contrató a Uribe Schwarzkopf y también consultorías y estudios con entidades como la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Aunque los cuatro edificios de seis pisos y tres torres de 23, 24 y 27 pisos que planea levantar se promocionan como un puntal de desarrollo arquitectónico y económico para la zona, hay división en la comunidad. Algunos lo ven como una oportunidad de reactivación del sector, pero otros como una amenaza para un bien patrimonial y un triunfo más del cemento sobre los espacios verdes.

Rocío Bastidas es miembro del comité promejoras del barrio La Floresta y veedora ciudadana. En nombre de este colectivo manifiesta su rechazo a este proyecto, pues considera que afectará la infraestructura patrimonial y cargará demasiado el tránsito, ya caótico en el sector, en horas pico.

Pero la prioridad para CRBC es conservar el patrimonio y repotenciarlo, según su vocera y coordinadora del proyecto Hotel Quito, Lucía Narváez. El primer paso para ello sería iniciar la construcción de las cuatro torres de seis pisos cada una a fines de este año, con un diseño que armonice con el estilo del edificio.

Desde 2019, CRBC dice haber invertido medio millón de dólares en mejoras del inmueble, pero los planes para una repotenciación total no están en el futuro inmediato, porque la empresa espera que la nueva construcción genere recursos para reforzar la estructura con técnicas de sismorresistencia y remodelar los interiores, sin afectar la fachada, el casino, la piscina, la visera y los jardines.

Los edificios se levantarían en los parqueaderos norte y sur del hotel. Solo en la primera fase se tiene previsto construir 132 departamentos y habilitar 500 plazas de estacionamiento, en el lado sur del hotel. Sobre la segunda etapa, que se planifica para 2025 y 2026 hacia el norte, la empresa informó que aún no están disponibles los datos, pero la cantidad sería mucho mayor, tomando en cuenta que la primera fase suma 24 pisos frente a los 74 previstos para la segunda. Narváez afirma que se realizó un estudio del impacto en la movilidad de la primera etapa y que este reveló que no habrá afectación en el entorno.

Bastidas tiene dudas al respecto, porque “más edificios caotizarán el barrio, que ya tiene fuerte congestión. Piensan que la norma se puede violar, que la norma aquí tiene precio, que la norma aquí es frágil”. Lo dice porque el proyecto ha sido cuestionado desde el inicio, pues el IESS vendió la propiedad en USD 30,8 millones, cuando se había planificado que entrara en subasta por 35 millones como base. También dijo que en ese tiempo se descubrió que la ficha que declaraba patrimonio al hotel y se registraba hasta 2013 sufrió un cambio en 2014: pasaba de protección absoluta a parcial. “Pero luego tuvieron que aceptar que los bienes patrimoniales no son aislados, sino que son parte de una composición paisajística”.

Por eso, según su criterio, los documentos prueban que lo patrimonial no es solo el edificio sino toda la propiedad y eso incluye varios árboles alrededor del conjunto arquitectónico. Pide que las autoridades discutan el proyecto y busquen la mejor opción. Su propuesta es que se haga un gran parque en esa zona de la ciudad, en vez de “sepultar” al Hotel Quito entre edificios, como le pasó al Castillo Larrea, en la avenida 12 de Octubre.

Pero la idea de que se diseñe el Parque de la Dignidad o Parque Botánico preocupa a quienes prefieren el proyecto HQ Plaza. Una moradora del barrio que pidió mantener su nombre en reserva dijo que muchos vecinos temen que por la Ordenanza 135 (especial de La Floresta) se afecte a quienes tienen terrenos atrás del hotel. Según la mujer, el parque significaría una “expropiación del hotel, de la residencia de la Embajada de Estados Unidos” y de las propiedades de unas 200 familias que viven en la parte este del barrio.