Carlos Cando tiene 53 años, todos los días se ubica en la plaza San Francisco. Su pasión por la fotografía y su amor por Quito lo impulsó a dedicarse de lleno a este oficio.

Recuerda que inició con una cámara de rollo que tomaba fotografías a blanco y negro, con el pasar de los años cambió su equipo. Gracias a las ganancias compró una cámara digital y una impresora que en cuestión de segundos imprime una “bella postal”, relata entusiasmado.

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Dice que le gusta capturar cada momento y su escenario principal son las iglesias y las plazas del Centro Histórico. Mientras se imprime la foto aprovecha para contar a sus clientes pequeñas leyendas de la ciudad.

Así como Carlos, hay otros personajes que han hecho de las calles del Centro su segundo hogar.

En la Plaza de la Independencia se encuentra Willy Vargas, sentado bajo la sombra de un árbol y con un amplificador canta pasillos, boleros y música de antaño.

Los abuelitos que están sentados en la plaza lo rodean, y cantan a viva voz “con sentimiento”, como dicen.

Empezó a cantar en este sitio desde los 17 años, con charango o guitarra entonaba música nacional. Su idea es cantar a la ‘Carita de Dios’ y mantener viva su música.

Fernanda Palacios se encuentra junto a la plaza de San Francisco, en un carrito de madera. Es la segunda generación que se dedica a vender el tradicional helado de guanábana con arrope de mora. Menciona que por años ha endulzado el paladar de los quiteños. 

Al igual que Palacios, son 45 heladeros que conforman el sindicato y han mantenido este oficio por generaciones. 

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