Quito

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Las primeras habitantes de Mariana Jesús, como María del Cisne Toro y Ofelia Silva, superan los sesenta años. Llegaron huyendo de relaciones abusivas.GUSTAVO GUAMAN

En el barrio Mariana de Jesús, las mujeres mandan

La localidad de la parroquia Guamaní está liderada y habitada por jefas de hogar y sus hijos. Llegaron tras huir de la violencia de género y el abuso

Lo conocen como ‘el sector de las mujeres guerreras’. Y es que en estos cinco mil metros del barrio Mariana de Jesús, ubicado en Guamaní, son veintisiete jefas de familia las que deciden lo que sucede en la vida comunitaria.

Llegaron hasta ahí en 1998, y con ayuda del Cabildo y de varias fundaciones se asentaron en lo que se consideró uno de los primeros barrios ‘libres de violencia de la capital’.

Pero no es que el sector esté libre de lo que aqueja a otros, como los robos a negocios o a la delincuencia común, pero sí está libre de un horror que crece en Pichincha y que solo el año pasado generó 16.040 denuncias: la violencia de género.

Así lo explica María del Cisne Toro, dirigente del barrio. “Hasta aquí vinimos huyendo de nuestros maridos, de que nos golpeen y golpeen a nuestros hijos. Aquí somos nosotras las que hacemos todo y nos ayudamos”, explica.

Las fundadoras de la localidad hoy superan los sesenta años, pero siempre tienen un minuto para compartir con las vecinas, un café para brindar y una palabra de aliento.

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Entre ellas está Ofelia Silva, quien llegó de Loja a la capital hace tres décadas. Ni bien se instaló en la ciudad, su marido dejó su empleo y se dedicó al alcohol. “Mandaba a sus amantes a maltratarme, y amenazaba con quitarme a mis hijas”, recuerda molesta.

Con ayuda de amigos y familiares obtuvo una boleta de auxilio. Mientras averiguaba cuáles serían sus próximos pasos, le hablaron sobre la Mariana de Jesús, que tenía poco tiempo de haberse asentado. Aplicó a un predio en la localidad y fue aceptada.

Vivimos felices, libres, sin golpes. Hay jóvenes que sí tienen pareja, pero lo tienen lejos de aquí”, reflexiona.

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La Policía recientemente dio una capacitación sobre violencia de género con las habitantes del sector.GUSTAVO GUAMAN

El trabajo en comunidad también es un eje vital de la vida en esta comunidad, pues las mingas se hacen de manera mensual y en ellas participan las mujeres, sus hijas y sus nietos.

Además, cuentan con un sistema de tesorería que les permiten sacar pequeños préstamos en caso de urgencias.

Las que tienen profesiones de asistencia social, como Pamela Lara, que es enfermera, cuidan de las demás.

“Mi mamá se separó de mi papá hace dos décadas porque la maltrataba. Ella nos sacó adelante sola y ahora yo trato de hacer lo mismo con mis sobrinos y ayudar a quienes nos ayudaron en nuestros momentos de necesidad”, expresó.

El barrio, que la semana pasada fue sede de talleres contra la violencia, es uno de otros como Carcelén Bajo y La Colmena, donde los liderazgos femeninos se consolidan. En la capital, son al menos trece en los que la labor comunitaria de las mujeres se fortalece. 

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En Carcelén Bajo, un caso emblemático

En 2013, el cineasta Galo Betancourt conoció el sector de Carcelén Bajo, al norte de Quito. Ahí también halló una comunidad compuesta exclusivamente por mujeres, la mayor parte de ellas víctimas de violencia de género, malos tratos y abandono. 

Su experiencia llevó a la producción del filme ‘El barrio de las mujeres solas’, donde retrataba las historias de estas matriarcas y también la falta de políticas estatales y locales que llevaron a que ellas deban apoyarse entre sí para salir adelante por su cuenta.