El miedo contagia más

En otros países, ómicron es abordada como el inicio del fin de la pandemia, por su baja letalidad. En Ecuador, no. En Ecuador, alimenta el miedo del ciudadano, debido a la deficiente atención en salud y al negligente sistema estatal’.

Podría hablarse de la ejemplaridad de una ciudadanía que, consciente de los peligros de una enfermedad nueva, se adelanta a las disposiciones de las autoridades y toma precauciones guardándose en casa para no exponerse. Podría hablarse de eso al ver las calles vacías de Guayaquil si el escenario no fuera precisamente el que es: un país desmantelado en todos sus aspectos.

La imagen de espacios desolados habla más de unos ciudadanos conscientes -por experiencia- de que el Estado no está para protegerles. Que hay que guardarse porque las consecuencias de exponerse al virus pueden ser fatales teniendo en cuenta que lo que hay para tratarse son hospitales sin espacios, médicos cansados y maltratados por el sistema, desabastecimiento crónico y negligente de medicamentos y, sobre todo, improvisación y desactualización de los protocolos sanitarios. En otros países, ómicron se salda con cifras récord de contagios pero también con cifras récord -por lo bajo- de fallecidos. No es nuestro escenario. Aquí no han llegado las vacunas a todos. Aquí los hospitales no ofrecen atención de salud apropiada. Aquí hasta se reparten medicamentos para otras dolencias ante la falta de actualización del sistema sanitario y ante la expansión de la otra pandemia: la desinformación. Y esa última alimenta el miedo, el mismo que encierra y paraliza a los ciudadanos.