Jugando con la vida por dinero

Ojalá las nuevas formas de dispensación resuelvan la crónica escasez de los medicamentos

La experiencia es remota y, con el paso del tiempo, se sigue probando la validez del repetido aserto, casi lugar común: las crisis hacen surgir lo mejor y lo peor de los seres humanos. La pandemia de la COVID-19 lo evidenció hasta sus límites más oscuros. Sin metáforas: se jugó con la vida por el desmesurado afán de enriquecimiento vertiginoso. No se titubeó en incrementar los precios de los medicamentos a los que se atribuyó poder sanador y robárselos a la institución a la que se los acababa de vender: negocio redondo. Por supuesto, también se jugó con la muerte. Desvalijaron a los cadáveres de los hospitalizados y luego les dieron como mortaja una funda con impúdico sobreprecio. Lo lamentable es que cuando la crisis parece estar bajo control continúan los escándalos vinculados al vergonzoso tráfico de medicamentos. A más de con sobreprecio, se los continúa adquiriendo a punto de expirar, se los compra en cantidades exorbitantes, aunque su uso no justifica la desmesura de las adquisiciones o se las hace a precios sorprendentemente bajos, porque no son sino polvos inertes, que luego no hacen descender la presión arterial o controlar la infección, porque carecen de principios activos.

¿Hasta cuándo? Las autoridades del sector salud están en deuda con el pueblo ecuatoriano.