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Sophia Forneris: De Bizancio a Carondelet

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En tiempos de incertidumbre, los grandes cambios no se hacen con velocidad, sino con responsabilidad

La mayoría de los gobernantes en la historia han sido olvidados. Algunos por sus acciones, otros porque la historia decidió dejarlos atrás. Pero lo que no podemos ignorar es el impacto de los antiguos imperios en la estructura de los sistemas legales actuales. 

Uno de los casos más notables es Justiniano I, emperador del Imperio Bizantino entre 527 y 565. Aunque su legado abarca muchas áreas es recordado principalmente por sus reformas judiciales, que dieron origen al Corpus Juris Civilis. Consciente de la lentitud del sistema legal y las contradicciones entre los múltiples códigos del Imperio Romano de Oriente, Justiniano actuó con rapidez. 

Apenas seis meses después de su ascenso encargó a una comisión recopilar y sistematizar las leyes romanas. Su objetivo: simplificar la justicia y hacerla más accesible para el ciudadano común. El Código de Justiniano no solo rigió durante siglos en Oriente, sino que sentó las bases del derecho civil en Europa y el mundo occidental. 

Hoy, Ecuador atraviesa un momento complejo. Con una ciudadanía que exige orden y un país marcado por la inseguridad, ha resurgido el debate sobre convocar a una Asamblea Constituyente. Pero no es la primera vez que el país se enfrenta a este dilema: las reformas constitucionales en demasiadas ocasiones han sido empleadas como herramientas de concentración de poder más que como instrumentos de transformación institucional.

Reformar el sistema legal -o incluso rehacer la Constitución- no debe ser un acto de conveniencia política, sino un ejercicio de visión, destinado a fortalecer el Estado de derecho y devolverle legitimidad a las instituciones. 

No se trata de inclinar la balanza hacia el gobernante de turno, como tantas veces ha ocurrido, sino de construir un marco jurídico que resista los vaivenes del poder y proteja los derechos del ciudadano común. Daniel Noboa tiene ante sí una oportunidad histórica: encaminar al país hacia un sistema más justo, eficiente y duradero.

En tiempos de incertidumbre, los grandes cambios no se hacen con velocidad, sino con responsabilidad. Quien entienda esto no solo gobernará el presente, sino que dejará huella en el futuro.