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El best seller que nadie leyó

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Es el colmo. En el abismo de la estupidez humana, nuestra izquierda está rozando el fondo

Probablemente el presidente Guillermo Lasso sea el único político ecuatoriano que, a la hora de juzgar las intenciones del máximo líder de la Conaie, Leonidas Iza, hace lo obvio: recurrir a las páginas de Estallido, el libro donde las declara. Interpretación ideológica (y celebración) de los hechos de octubre de 2019, profesión de fe en el poder de la violencia como mecanismo legítimo de cambio social, declaración de guerra abierta contra la democracia que por costumbre inveterada Iza y los suyos siguen llamando “burguesa”, Estallido es la sincera proclamación de un credo político que el dirigente indígena aspira a ver aplicado en el país durante su tiempo de vida: el comunismo indoamericano.

Lasso caricaturiza pero apunta en la dirección correcta: “El señor Iza -dijo en su antipático show de este martes- debe madurar políticamente y los ecuatorianos debemos tener claro que hay un enemigo de la democracia que se llama Leonidas Iza, que es un hombre violento que en su libro Estallido emula a aquel personaje de Joker de las películas de Batman”. Durante diez minutos, el presidente caracterizó a Iza como una persona violenta que quiere acabar con la democracia. Nada que el mismo Iza no proclame abiertamente en su propio libro. Sin embargo (probablemente porque estamos en el Ecuador, donde los libros no sirven para nada), una ola de indignación recorrió el país tras estas declaraciones. Susceptible y delicada, la poco inteligente izquierda troglodita se sintió profundamente ofendida.

Susceptibilidad aguda y falta de perspicacia extrema: las redes sociales se llenaron de ambas cosas. El ‘influencer’ correísta Mauro Andino Espinoza, el hombre que fue incapaz de responder con un sí o un no a la sencilla pregunta de si el castrismo es una dictadura, tuiteó: “Otra vez la construcción del enemigo interno. Un discurso bélico y estigmatizante en contra de Leonidas Iza” (como si el propio Iza no se declarara enemigo interno y a mucha honra en las páginas de su libro). La inefable Pamela Aguirre (hoy convertida en asambleísta para que no quepa duda del hundimiento intelectual del Primer Poder del Estado), habló del “derecho a la protesta” y evocó la masacre del 15 de Noviembre de 1922 que, básicamente, no tiene que ver nada con el tema. El economista de los modelos fracasados, Pablo Dávalos, teorizó: “Las coordenadas políticas cambian, el eje de la confrontación ya no es correísmo/anticorreísmo, sino que se traslada hacia la organización social (Conaie)”, como si la insurgencia del trasnochado mariateguismo en el movimiento indígena (que él conoce con nombres y apellidos) fuera una nueva estrategia de la derecha...

Junto a ellos, el departamento de Comunicación de la Conaie, la Confeniae, organizaciones y líderes de izquierda, ¡el propio Iza!, todos ofendidísimos porque el presidente dice de él lo que él escribe de sí mismo, a saber: que quiere tumbar la democracia burguesa para instaurar el comunismo indoamericano y que la violencia es un método legítimo de cambio. Solo en un país cuyas élites políticas son en sí mismas la celebración del analfabetismo funcional se puede concebir que las ideas escritas en un libro por un dirigente social no puedan ser usadas en el debate público por simple prurito de corrección política. Es el colmo. En el abismo de la estupidez humana, nuestra izquierda está rozando el fondo.