¿Perdimos la soberanía?

La soberanía no es un cuento romántico, es el derecho a vivir en paz y a ofrecerles a nuestros hijos la esperanza de un país mejor’.
La perdimos. La perdimos aquella madrugada del 1 de marzo de 2008 cuando un país amigo tuvo que bombardear nuestro suelo para eliminar a narcoguerrilleros que se habían apropiado de nuestro territorio. La perdimos cuando traidores a nuestra patria les cedieron ese espacio, los acompañaron y les auspiciaron sus andanzas subversivas a espaldas de su país. Perdimos nuestra soberanía cuando cedimos nuestro territorio a la penetración de las mafias extranjeras del narcotráfico que se aprovecharon de la salida del Puesto de Operaciones Avanzadas de los EE. UU. en Manta. La perdimos cuando le vendieron el cuento a la gente de que ahí había una base militar norteamericana, llena de armas y lista para amenazarnos en nuestra ‘integridad territorial’. Lo cierto es que era un espacio para que los aviones gringos hagan vigilancia del tráfico marítimo de estupefacientes y otras actividades delictivas. Perdimos la soberanía cuando limitamos la posibilidad de que nuestras fuerzas policiales mantengan la relación con los cuerpos de inteligencia extranjeros, a cuenta de que nos penetrarían ideológicamente. El resultado es que tenemos que mirar a otro lado de la vergüenza cuando a altos oficiales policiales les retiran la visa de otro país amigo porque los habrían penetrado los enemigos de nuestra sociedad. Perdimos la soberanía cuando un juez difiere autorizar operativos contra la minería ilegal para dar tiempo a que los mafiosos escondan los equipos que envenenan los ríos. Perdimos la soberanía cuando nadie está seguro en su casa, y cuando se le cedió espacio a quienes ya no venden helados de palito a la salida de las escuelas sino opioides, y al que se les cruza en el camino lo cuelgan de un puente. La soberanía, amigos, no es la bandera o el himno que yo honré y honraré de por vida, es el derecho a la paz, es la ausencia de terror, es la posibilidad de un futuro y no la envidia por quien vive afuera. La soberanía no es la obligación del Gobierno, es la responsabilidad de todos. Todos tenemos que recuperar la soberanía; dejemos de mirar a otro lado, que todos tenemos una misión aquí.