Columnas

¿Capitalismo salvaje?

No, y la prueba es que los más capitalistas tienen primero la vacuna, incluyendo a China, que de comunista solo tiene la bandera.

El tema de la vacuna está generando tensión en todo el mundo, no solo en nuestro país. La enorme demanda, casi un antídoto por cada persona en el mundo, y la limitada capacidad para producirla en esta etapa, provoca que los países más poderosos accedan a la mayor cantidad de vacunas disponibles, dejando a la cola a quienes tienen menores recursos.

En ese contexto, algunas voces han propuesto la liberación de la patente de la vacuna, y con ello se presenta un dilema económico, político, y sobre todo moral. ¿Le conviene a la humanidad que los Estados exijan a las compañías que se libere la patente?

El impulso de cualquier persona que ve en su entorno morir a otros, y la sensación de miedo profundo que representa verse en una cama de hospital, o lo que es peor, ver a un familiar querido luchando por la vida, es no dudar respecto de la obligación moral de liberar las patentes para que quien pueda producirla lo haga rápidamente. Sin embargo, revisemos otra perspectiva. Tomemos el caso de Moderna. La compañía nació en 2010, en Boston, basada en la aportación de capital de riesgo. Durante muchos años todo el dinero que se aportó fue destinado a investigación científica exclusivamente, no generando mayores ingresos, hasta que utilizando la tecnología mRNA, pudieron desarrollar la vacuna para el COVID que hoy comercializan. Nadie había utilizado esta metodología con esta amplitud, y hoy la compañía podría trasladar ese conocimiento para producir medicinas y soluciones médicas en ámbitos enormes. Esas grandes inversiones hicieron posible la investigación para alcanzar tan alto nivel de conocimiento. Hoy pudiera ser que se obligue a liberar gratuitamente ese conocimiento, y lograr la producción más rápida, pero tengamos por seguro que nadie pondrá recursos para la cura del cáncer, la solución de problemas médicos con otras enfermedades transmisibles, o simplemente la próxima pandemia que deberemos afrontar. ¿Somos víctimas del capitalismo salvaje? No, y la prueba es que los más capitalistas tienen primero la vacuna, incluyendo a China, que de comunista solo tiene la bandera.