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Gustavo, faro de juventudes

Avatar del Modesto Apolo

Considero oportuno traer el recuerdo del Dr. Gustavo Noboa Bejarano, hombre de principios morales, éticos, sencillez, equidad, honestidad y probidad, características propias de un hombre de bien, sobre todo tratándose del presidente de la República.

Gustavo tras su partida dejó un gran vacío en muchos ecuatorianos, pero de manera especial en quienes tuvimos el privilegio de formar parte de sus grupos de formación espiritual, los autodenominados Gustavinos del Cristóbal Colón.

No me referiré a Gustavo el presidente, ni al político, ya que jamás se consideró como tal; sino a Gustavo el guía, el amigo, el padre espiritual que nos supo guiar en la vida con firmeza y humor, reafirmando nuestra formación del hogar y del colegio, en lo ético y espiritual.

Recuerdo a mis 16 años, en una de las tantas conversaciones que teníamos en su casa del Barrio del Centenario, quejarme de estar cansado de los problemas, cantaleta típica de adolescente. Uno de esos días me llevó al Cementerio General y me dijo: “Los que están aquí no tienen problemas. ¿Tienes problemas? Dale gracias a Dios porque significa que estás vivo”.

Gustavo siempre nos incentivaba a ser mejores seres humanos, mejores ciudadanos y como tales, a dejar huella positiva en la vida. En los retiros espirituales nos decía: “No sean como Juan Cumba, que en su vida lo único que hizo fue salir del vientre de su madre y llegar a la tumba”.

Recuerdo los retiros de un día  para los chicos de primer año de ciclo básico, los que se realizaban en el santuario de Schoenstatt. Y las convivencias (retiros espirituales) de segundo año en adelante en la casa de ejercicios espirituales San Fernando en Ballenita. Las canciones Un millón de amigos, de Roberto Carlos, y La lluvia caerá, de los Iracundos, eran de rigor; al escucharlas hoy, reviven aquellos hermosos y sentidos recuerdos.

Los consejos de Gustavo, con su intensidad y frecuencia, daban luz guiando nuestra vida tormentosa de adolescentes; tal como el faro guía al navegante en la tormenta. Por eso y más, Gustavo Noboa fue el faro en nuestra juventud.

Querido Gustavo, descansa en paz.