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Medardo Mora Solórzano: Nueva Constituyente

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Una Asamblea Constituyente tendría la ventaja de que necesita únicamente la decisión presidencial

La actual Constitución, copiada de la de Venezuela que consolidó el régimen autoritario del difunto Hugo Chávez, requiere cambios. Aquello explica el pedido de distinguidos ecuatorianos de volver a la Constitución de 1998.

Hay coincidencia en que la actual Constitución requiere reformas en su parte orgánica en aspectos institucionales, políticos, económicos. Hay tres vías para hacerlo: mediante enmiendas, reformas parciales o reforma total. Esta última necesita una Asamblea Constituyente, y ambas reformas requieren ser aprobadas en referéndum. 

En la parcial no se pueden reformar artículos relacionados con derechos o garantías individuales o colectivos, considerados entre los más avanzados a nivel internacional. Las enmiendas las puede aprobar la Asamblea Legislativa.

Si no se plantean reformas en la parte dogmática, relacionada con derechos y garantías fundamentales, por tiempo y costos económicos es preferible hacer reformas parciales, que necesitarían la aprobación de las dos terceras partes de legisladores.

Tanto en las reformas parciales tramitadas por la Asamblea Legislativa como en las totales tramitadas por una Asamblea Constituyente se pueden efectuar reformas que desea el país, como eliminar los Consejos de Participación y de la Judicatura, de muy malos resultados; racionalizar el número de legisladores, retornar a la bicameralidad o incluso ir hacia un régimen de gobierno parlamentario; reformar lo relacionado con el régimen de partidos políticos, blindar la independencia de la Función Judicial estableciendo un procedimiento autónomo de selección, ascensos y sanción de jueces; posibilitar la inversión privada en recursos naturales y en definitiva en aquellos casos en que el país admite que necesitan un cambio.

Una Asamblea Constituyente tendría la ventaja de que necesita únicamente la decisión presidencial, quien podría establecer en la convocatoria reglas electorales para una integración conveniente para el país. Convocarla no es el más urgente de los problemas de Ecuador, hay otros mucho más prioritarios, que demandan inmediata atención, pero entretendría al país político un buen tiempo.