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La cara cortada de Ecuador

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"Los hechos en Ecuador nos llevarían a adaptar la Cara Cortada de Ecuador con el perfil de nefastos zares de la corrupción en un país decadente; no es un solo zar, son algunos"

La Scarface original de 1932, dirigida por Howard Hawks, se basa en un libro sobre la vida de Al Capone; está ambientada en Chicago durante la ley seca de Estados Unidos y la venta clandestina de alcohol. La Scarface de 1983, dirigida por Brian de Palma cuyo guión fue escrito por Oliver Stone y magistralmente actuada por Al Pacino, se adaptó al presente de quienes construían la película y su tema central fue el narcotráfico. Ambas con una línea subyacente de que las prohibiciones crean mafias.

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La segunda Scarface sufrió varios cambios, inicialmente se pretendía incluir en el ángulo la participación del gobierno en los intereses del tráfico de drogas. Mientras Oliver Stone escribía el guión, él mismo luchaba contra su adicción al psicotrópico, de hecho tuvo que mudarse a Francia para alejarse de su mundo de consumo. La película terminó girando en torno al rabioso perfil de un zar de la cocaína en una Miami en evidente decadencia.

Famosa por frases como “Say hello to my little friend” o “The world is yours”, las 182 veces que se dice la palabra “fuck” fueron permitidas por los censores de Hollywood dejándonos una película que es hoy un ícono para bien y para mal. Los mafiosos la endiosan pues sostienen que prefieren vivir una vida corta de “gloria” frente a la alternativa de un esfuerzo sostenido por un largo tiempo de trabajo lícito y una vida pacífica.

Ya se ha anunciado un nuevo “remake” de la película que será dirigida por Luca Guadagnino, cuyo guión está siendo adaptado por los hermanos Coen, esta vez ambientada en Los Ángeles. El morbo de la vida mafiosa sigue siendo un gran motor de ventas. No deja de sorprendernos el nivel de autodestrucción que allí se muestra, así como la insistencia de perpetuarse a sabiendas del daño que se causa en todos los sentidos imaginables.

Los hechos en Ecuador nos llevarían a adaptar la Cara Cortada de Ecuador con el perfil de nefastos zares de la corrupción en un país decadente; no es un solo zar, son algunos. A diferencia de la línea subyacente de ambas películas, aquí la línea central yace en la corrupción que nos corroe, que no es producto de una prohibición, sino de una práctica pestilente de ciudadanos y Estado. El mundo del narcotráfico juega como local en este ámbito de corrupción generalizada. Tanto así que tenemos hasta miedo de mencionarlo porque experimentamos un estado de indefensión, excepto para aquellos que sí tienen que dar cuentas, quienes casi siempre tienen la defensa garantizada o salen con sentencias muy leves con respecto de los crímenes cometidos como parte del ‘modus operandi’.

Entre algunos elementos están: mafias que trafican so pena de la vida humana, mafias petroleras, mafias narcotraficantes, pistas clandestinas, avionetas robadas, vuelos fantasma, presidentes con más de una investigación pendiente, obras faraónicas que implosionan, corrupción estatal, hospitales con fondos públicos robados que no llegan nunca a atender a aquellos que votaron por esos mismos mafiosos.

La cara cortada de Ecuador protege varias mafias, es sangrienta e hipócrita porque los miembros de la red se encubren para poder tapar la cicatriz.