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Ucrania: 100 días de guerra

Avatar del Joaquín Hernández

...en este momento la llegada oportuna del armamento occidental es decisiva: Rusia podría ser incluso derrotada’.

El pasado viernes 3 de junio se cumplieron 100 días desde que Rusia invadió a Ucrania. No ha habido el resultado que Putin esperaba pero sí mucho horror y destrucción de vidas inocentes, civiles y militares. Atónito, el mundo occidental se enfrentó con la noticia de una guerra como en los viejos tiempos, en el corazón de Europa. Supongo que así debieron sentirse los europeos a finales de julio de 1914, cuando empezaban las movilizaciones y se llamaba a las reservas. Como acaba de comentar a propósito de esta guerra el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya en el tono sarcástico que le caracteriza: “te dan un móvil (léase celular), pero eso no te quita las viejas pasiones”. Lo que falta añadir es que, pese a los tiempos de corrupción que vivimos y a la pérdida de valores e instituciones, hay todavía gente heroica como en los viejos tiempos, que muere por conceptos tan abstractos como la libertad. El pueblo ucranio es un ejemplo en la desmoralización reinante.

En una guerra todos los momentos son decisivos. Pero hay el peligro, sobre todo para Occidente, al que pertenecemos aunque sea periféricamente, de que la tensión y la preocupación aflojen en una guerra de desgaste como la que se libra en estos momentos. Ahora es cuando se decide el destino de la guerra, de los ucranios y de los occidentales. Rusia no ha podido derrocar al gobierno de Zelenski y substituirlo con un gobierno títere, ni tampoco tomar las principales ciudades, como era su estrategia. Su única victoria ha sido tomar el puerto de Mariúpol y controlar 100.000 km, que equivale a un quinto del país. El resultado de la ofensiva es hasta el momento incierto. En un artículo aparecido en el diario El País de España, el general de división (r), Jesús Argumosa, advertía que en este momento la llegada oportuna del armamento occidental es decisiva: Rusia podría ser incluso derrotada.

Pero hay otro elemento más en juego que hasta el momento no entra con toda su fuerza: la crisis alimentaria que países de Asia, África y América Latina sufrirán por la imposibilidad de importar cereales de la zona de guerra y cuya responsabilidad achacarán a los aliados occidentales, con EE. UU. a la cabeza.