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Serrat: una época se va

Avatar del Joaquín Hernández

"A Serrat lo he oído en momentos determinados. No es, por lo menos para mí, para cualquier momento"

No debiera extrañarnos. ¿No era acaso lo más esperado de un hombre que hizo de los versos de una canción, “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar”, su himno de vida, que cantó a ambos lados del Atlántico, que en un momento dado anunciase, sin estridencias: “He decidido despedirme en persona. No me gustó sentirme despedido por una plaga”. Lo de la plaga es circunstancial; pudo ser otra. Lo determinante fue asumir el azar que marca a la condición humana y que para una generación de poetas, escritores, cantantes, pensadores, fue clave de identificación e inspiración. Como decía uno de los poetas a los que Serrat ha cantado, Antonio Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero de equipaje/ casi desnudo, como los hijos del mar”.

A Serrat lo he oído en momentos determinados. No es, por lo menos para mí, para cualquier momento. Probablemente es la misma causa por la que no es posible leer en cualquier momento a ninguno de los poetas a los que fascinadoramente puso música e incluso fue más allá de sus letras: Rafael Alberti, Miguel Hernández, León Felipe, Antonio Machado.

Para Machado, el azar no es motivo de luto ni de exasperación. Es la condición para disfrutar de la vida. “He tenido un oficio que me ha permitido conocer el mundo y conocer a gente magnífica y me ha hecho una persona querida por mucha gente”, comentó a Juan Cruz de El País de Madrid, al anunciar su ceremonia de despedida que comenzará en abril en el Beacon Theatre de Nueva York, pasará por las principales ciudades de América Latina y concluirá definitivamente en Barcelona el 23 de diciembre de 2022.

Se trata de una despedida final en un doble sentido. Del espectáculo pero también de lo que ha sido una vida desde que dejó los estudios y comenzó a cantar. Termina también una época de celebración del azar donde los nuevos amigos son tan celebrados como los antiguos y donde era posible todavía reconciliar vida y sentido.