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¿Quo vadis Guayaquil?

"Ni siquiera en la americanísima ‘land of the free, and the home of the brave’ o -la tierra del libre y el hogar del valiente- la lucha por la libertad ha sido fácil"

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En las tornadizas circunstancias actuales, donde vemos rebrotes colectivistas en Bolivia, Chile o Estados Unidos, nos preguntamos, como lo hiciera San Pedro hace 1.956 años: ‘¿Quo vadis Domine?’Adrián Peñaherrera

El evangelio extracanónico Hechos de Pedro relata aspectos de la vida del apóstol San Pedro, principal discípulo de Jesucristo y primer papa del cristianismo. Cuenta el libro apócrifo que allá por el año 64 D. C., en circunstancias de que Pedro huía por la vía Apia de la Roma de Nerón, este habría tenido una visión de Jesús yendo, ‘a contrario sensu’, hacia Roma con una cruz a su espalda. Al verlo Pedro a Jesús, este le habría preguntado; ‘¿Quo vadis Domine?’ o ¿A dónde vas Señor? A lo que Cristo le habría replicado: ‘Romam vado iterum crucifigi’ o Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo. Contaría el libro que un Pedro arrepentido habría regresado a Roma para encontrar su destino de ser martirizado y crucificado boca abajo, pues se hallaba a sí mismo indigno de morir como lo había hecho Jesús 31 años antes. En las tornadizas circunstancias actuales, donde vemos rebrotes colectivistas en Bolivia, Chile o Estados Unidos, nos preguntamos, como lo hiciera San Pedro hace 1.956 años: ‘¿Quo vadis Domine?’

Continuando nuestro repaso independentista en este mes de la libertad, quisiera recordar el discurso ‘I have a dream’ o Yo tengo un sueño, del carismático premio nobel de la Paz, reverendo Martin Luther King Jr. En aquel discurso, pronunciado un 28 de agosto de 1963 ante 200.000 personas en el Monumento a Lincoln en Washington D. C., Luther King Jr. recorre de manera magistral la evolución de la libertad en los Estados Unidos.

En él invocaría dos hitos históricos de la libertad en Estados Unidos: la Proclamación de Emancipación y la Declaración de Independencia. Elaboraría que, a pesar de que habían pasado 100 años desde que Abraham Lincoln había abolido la esclavitud y 200 años desde que los padres fundadores de la patria habían diseñado un país bajo la promesa de que a todos los hombres se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, los afroamericanos no eran realmente libres en 1963. Ni siquiera en la americanísima ‘land of the free, and the home of the brave’ o -la tierra del libre y el hogar del valiente- la lucha por la libertad ha sido fácil.

El ‘súmmum’ del discurso llegaría al final cuando Luther King Jr. nos invita a soñar. Es que para lograr un cambio positivo no existe instrumento más poderoso ni gatillador más eficaz que el soñar con un futuro mejor. El sueño de una sociedad libre que seguramente Olmedo y los próceres de la libertad a la pregunta ‘Quo vadis Guayaquil’ habrán visualizado 200 años atrás. Porque la ascua sagrada de un ideal, cual aurora gloriosa, nos invita a soñar en un Ecuador libre, tal como inspirara al mundo de manera sublime Martin Luther King Jr. 57 años atrás: “Cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos, protestantes y católicos serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin! ¡Libres al fin! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos libres al fin!”

¡Hasta la próxima!