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Gabriela Panchana: La desconfianza y el debilitamiento de la democracia

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Cuando la verdad se convierte en una mercancía negociable, la democracia misma está en peligro, dejando a la sociedad vulnerable...

En medio del torbellino de información que nos inunda a diario, un peligro acecha: la proliferación de noticias falsas y la distorsión de los hechos.

La desinformación se propaga como un virus, infectando la mente de millones y sembrando la discordia y el caos. Ya no basta con discernir entre lo verdadero y lo falso; ahora debemos enfrentarnos a una maraña de medias verdades que amenazan con socavar nuestra comprensión compartida del mundo.

El peligro de esta desinformación va más allá de la simple confusión. Cuando la realidad se convierte en un constructo maleable, la confianza en el Estado, los medios de comunicación y otras instituciones clave se desmoronan, dejando un vacío que fácilmente puede ser llenado por la desconfianza y la paranoia.

Este clima de desconfianza alimenta el surgimiento de movimientos antidemocráticos y autoritarios, que se aprovechan del desconcierto y el miedo para promover su agenda y erosionar las libertades fundamentales. Cuando la verdad se convierte en una mercancía negociable, la democracia misma está en peligro, dejando a la sociedad vulnerable a la manipulación y la opresión.

Para enfrentar este desafío debemos equipar a la ciudadanía con las habilidades necesarias -educación cívica y pensamiento crítico- para blindarse contra la posverdad (distorsión deliberada de una realidad). Pero también es fundamental que las personas que son atacadas por los relatos construidos con medias verdades salgan en defensa de su buen nombre.

Combatir la manipulación con una comunicación basada en los hechos es esencial para permitir que el público pueda contrastar y formar su criterio. Guardar silencio y solo defenderse en el campo judicial contribuye a que la sociedad compre las noticias falsas más fácilmente. Es una omisión cobarde, es dejar la reputación, la credibilidad, y, lo más grave, la verdad, en manos de audaces generadores de memes. Y es esta ausencia de argumentos en el campo mediático lo que facilita que las mafias sigan ganando espacio en el control de la justicia, de las instituciones, de la política, en suma: de nuestras vidas.