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Nuevas leyendas urbanas

Avatar del Francisco Huerta

"La gente necesita esperanzas, aunque sea inventándolas"

Cada día se siente con más fuerza el coletazo de la crisis generada por el coronavirus que, en cuanto a lo económico, venia arrastrándose desde meses antes.

La evidencia en la pérdida de empleos, en la agonía del IESS y en la desesperantemente lenta reactivación de al menos algunos sectores de la economía, así lo testifican.

Mientras tanto, crecen las leyendas urbanas. La urgencia por encontrar un adecuado tratamiento a la COVID-19, le atribuye curaciones portentosas a una serie de sustancias químicas o vegetales que no enumero para no resentir la “fe” de sus muchos usuarios o recomendadores voluntarios. Lo cierto es que la potencialidad de tener con qué curarse hace que muchos ciudadanos bajen la guardia, y ya ven lo que está pasando en Quito. Con todo y la experiencia de Guayaquil, el cambio del color del semáforo determinó un descuidado salir a trabajar sin tomar las debidas protecciones.

Por otro lado, la corrupción también ha hecho lo suyo. Del mismo modo, la descoordinación entre lo municipal y lo nacional.

Otro sueño peligroso es el que hace pensar como posible que, por el descuido en la atención inicial, un gran porcentaje de la población ya se ha contagiado y por tanto ya es inmune, sin haber hecho un número de pruebas suficientes como para así determinarlo. En todo caso, las tasas de mortalidad a la fecha son un indicador más confiable respecto a un mejor control de la pandemia, pero ello no autoriza a bajar las medidas de cuidado.

Por último, entre las nuevas leyendas urbanas están las que hacen pensar en los votos de Nebot y los de Correa, presumiendo que ambos están fuera de la contienda por propia voluntad o por la acción de la justicia. Vale decir que es lugar común señalar que los votos no se manejan como chequera y pueden endosarse a quien se quiera. Cada día la experiencia del pueblo es mayor y cada vez comulga menos con ruedas de molino.

Cabe sí esperar que ahora las reivindicaciones sociales por tanto tiempo esperadas partan del pueblo hacia los candidatos y no de la manera habitual. En promesas de campaña ya nadie cree por miles de razones.