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La salud ecuatoriana

Avatar del Fernando Cazón

La mejor opción para el ecuatoriano sigue siendo prender velas a santo de su devoción y rogar estar sanos...

La emergencia sanitaria que empezó el primer trimestre de 2020 con la llegada del coronavirus, sacó a flote la peor cara de la moneda en Ecuador. La corrupción, con la que hemos tenido que convivir desde siempre, nos tocó en lo más profundo de nuestro ser cuando, sin importar angustias y tristezas, fuimos testigos de grandes desfalcos por parte de medios y altos mandos que se suponía debían estar luchando para mantenernos vivos. Más de uno aprovechó la situación de vulnerabilidad del país para llenarse los bolsillos viendo en el dolor ajeno el momento perfecto para hacer su Navidad. Nos ha tocado aprender a aceptar la escasez en los hospitales públicos, la inexistencia de insumos médicos y hasta la falta de amabilidad y poca empatía del personal de salud. Cuando hemos tenido un poco de suerte y medianamente hemos recibido la atención médica que necesitábamos, nos hemos sentido en la dimensión desconocida, como si la salud pública fuese una dádiva y no un derecho adquirido con cada uno de nuestros aportes. Con pandemia o sin pandemia los hospitales de nuestro país siempre han dejado mucho que desear. Pero muchos ecuatorianos pensamos que esta situación de zozobra iba a terminar con el gobierno del presidente Lasso, pues con un binomio médico creímos ver la solución a nuestras necesidades de salud. El vicepresidente Borrero ha realizado visitas sorpresa a varios hospitales del país y ha constatado lo que todos ya sabemos: que no hay medicamentos para pacientes, pero en las bodegas de los hospitales se los puede encontrar caducados. Se señalan culpables, se sanciona y hasta separa de funciones a los malos elementos y llega nueva gente a reemplazarlos, pero al poco tiempo vuelven las mismas irregularidades, como cuento de nunca acaba. Las buenas intensiones quedan opacadas y pareciera que de visitas sorpresa no pasa la gestión, ya que no se sienten cambios. La mejor opción para el ecuatoriano sigue siendo prender velas al santo de su devoción y rogar estar sanos pues la corrupción ha enraizado en los centros médicos sin permitir que nuestra suerte cambie. Pese a ello, muchos aún tenemos la esperanza de que las cosas mejoren.