Columnas

Lenta recuperación

Le quedan dos años al gobierno, es harto tiempo, sea que lo termine el actual presidente o su vicepresidente

El resultado de crecimiento económico del año 2022, anunciado por el Banco Central del Ecuador, confirma que somos de los pocos países en la región que no logran recuperar el nivel de producción previo a la pandemia. Las expectativas para el presente año no son de lo más alentadoras, tendremos crecimiento, pero difícilmente superará el 3 % proyectado por organismos internacionales para Ecuador.

Existen causas no atribuibles a la política económica del gobierno, tales como lucha contra la inflación en nuestro principal socio comercial (EE. UU.), que ha venido acompañado de subida de tasas de interés, inestabilidad en un grupo reducido de bancos y nuevas amenazas de una recesión más prolongada, que al final termina afectando nuestro comercio exterior. El precio del crudo forma parte de los golpeados por el comportamiento del entorno económico global, lo cual afecta ingresos presupuestarios y demanda mayor financiamiento, que en la actualidad no es abundante para un país con récord de impago atribuible a las ganas de no pagar.

Hay, sin embargo, temas que pudiendo manejarse mejor, no se los ha podido corregir. La caída de la producción petrolera por falta de inversión, o como consecuencia de conflictos en su zona de influencia, causa mucho más daño que el bajo precio internacional del petróleo. La muy baja inversión pública es otro tema que tiene mala calificación. Terminado el primer trimestre, se ha llevado el presupuesto a cerca de dos mil millones de dólares, pero la ejecución, menor a USD 100 millones, no alcanza la quinta parte de lo esperado al momento de redactar esta columna. El ofrecimiento de dos campañas atrás de mejorar el empleo también forma parte de las desilusiones, con las completas se ha podido recuperar el empleo perdido por pandemia, pero mucha fuerza laboral no logra encontrar oportunidades.

Estos dos años se han estirado bastante, quisiéramos que todo se hubiera solucionado, nos hemos vuelto exigentes y queremos, como en película, todo al mismo tiempo y en todas partes. Le quedan dos años al gobierno, es harto tiempo, sea que lo termine el actual presidente o su vicepresidente, ya que los votamos a ambos y sabemos que este país, que no es el de las oportunidades, es el de las posibilidades.

Es posible que la Asamblea llame a juicio al presidente, es posible que por muy buena que sea su defensa cuenten con los votos necesarios y le corresponda asumir al vicepresidente. Es posible que el presidente intente aplastar ese botón rojo de la muerte cruzada y hasta es posible que lo encuentre defectuoso y no funcione.

Como en los partidos de fútbol, cuando el equipo va perdiendo toca poner a calentar al juvenil para tratar de salvar los puntos. No es muy juvenil que se diga el nuestro, es verdad. De pronto acá hay que hacer lo mismo y pasar el mensaje de que el cambio puede funcionar y que tendrán dos años enteros y largos para seguir tratando de cumplir esas promesas que lograron contar con el favor popular y quién sabe si logra surgir el ‘outsider’ esperado para romper todo esquema y dar una justa pelea mientras el gobierno se enfoca en corregir lo que hoy percibimos desatendido: salud, educación, seguridad, empleo.