Premium

El gran padrino

Avatar del Diana Acosta

Presidente, cuando el río suena, piedras trae; es hora de limpiar ese río, antes de que la corriente los arrastre.

Nuevamente, la prensa pone los cueros al sol y denuncia entuertos que provienen desde el círculo íntimo del presidente, como fue el escándalo de los ‘Ad Honorem’ o la venta de cargos, sobre los que no pasó absolutamente nada, más allá de allanamientos y algún show mediático. Como dice el conocido refrán: el que tiene Gran Padrino se bautiza y se hace millonario.

Gracias al periodismo de investigación, que es el único contrapeso contra las estructuras de poder, salen a la luz los hilos de una trama de negociados en el sector eléctrico, con nombre y apellido de los participantes en este tinglado; y un par de esos nombres cercanos al palacio.

Negar que exista corrupción en las eléctricas es insultar nuestra inteligencia. No es reciente, estas estructuras chuecas vienen de largo tiempo y ahora se muestran por el típico berreo del delincuente terciado en un mal reparto.

Tampoco podemos dejar de lado la posibilidad de que importantes actores políticos estén auspiciando el escándalo, ya que con claridad sacarán provecho para las próximas elecciones seccionales y por qué no, pegarle un remezón a la consulta popular promovida por el Ejecutivo.

El Gobierno se limita a negar las acusaciones, con su respuesta cliché de que no permitirán ningún tipo de corrupción, venga de donde venga. Esto no es suficiente, no puede ser que ante cada escándalo de corrupción que involucra a personas cercanas al presidente no se tomen acciones serias y salgan, de manera pública y con evidencia contundente, a desmentir las graves acusaciones. No solo tienen que llamarse honestos e intachables, también tienen que lucir como tales. Las manchas están sobre sus ropas y ya es hora de comenzar con su limpieza profunda. Ojalá y no empiecen a desviar la atención apelando a la mala memoria de los ecuatorianos, moviendo el avispero sobre otros rubros, como el tributario, donde ya buscarán algún chivo expiatorio que acapare el interés nacional y les sea útil a sus protervos fines.

Presidente, cuando el río suena, piedras trae; es hora de limpiar ese río, antes de que la corriente los arrastre.