Importando inflación

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Hoy el entorno demanda mayor presencia estatal al contar con recursos no presupuestados’.

La inflación refleja el incremento generalizado de los precios de un conjunto de bienes y servicios en un período de tiempo determinado. El año pasado hubo inflación del 5 % en nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, nuestros vecinos de Colombia y Perú registraron variación de precios de 5,7 % y 6,4 % respectivamente. El año 2021 fue el año posterior a la pandemia y buena parte de las inflaciones registradas obedecen a las respuestas e instrumentos que cada país utilizó para lograr la recuperación de la economía y brindar ayuda a empresas y familias afectadas por el COVID-19. La inflación en Ecuador fue de 1,9 % luego de años con bajas inflaciones, incluso negativas en 3 de los últimos 4 años.

Nuestra baja inflación en 2021 es una clara señal de lo limitado que estuvo el Gobierno en la provisión de recursos durante y posterior a la pandemia, junto con un ajustado nivel de importaciones no petroleras que limitaron la posibilidad de “importar inflación” cada vez que se adquiría un bien extranjero para comercializarlo localmente.

Los 14 años previos a la dolarización, de 1986 a 1999, el promedio de la Balanza Comercial (exportaciones menos importaciones) no Petrolera fue deficitaria en 2,6 % con relación al Producto Interno Bruto (PIB). Para los siguientes 14 años, hasta 2013, el promedio del déficit comercial no petrolero aumentó a 8,7 % del PIB. Debe quedar muy claro que el inicio de la dolarización brindó la oportunidad de comprar productos importados no petroleros en mayor proporción que el crecimiento de las exportaciones no petroleras. Para los últimos 8 años, el promedio del déficit comercial no petrolero cae a 3,2 % del PIB influenciado por menores importaciones ya que las exportaciones no petroleras sufrieron muy poco ante eventos de crisis.

Solo en 2 de los últimos 36 años reseñados se registró un saldo favorable en la Balanza Comercial no Petrolera. En 1999 y 2020 las importaciones no petroleras no “pudieron” superar a las exportaciones no petroleras. En dichos años de enorme crisis la población vio restringir su consumo de productos importados y así 1999 tuvo superávit comercial no petrolero de 2 % del PIB, mientras que 2020 fue de 0,8 % del PIB.

El año anterior se registró un saldo deficitario de Balanza Comercial no Petrolera de apenas 1 % del PIB, pudiendo haber sido mucho más alto al existir una buena cantidad de recursos petroleros disponibles que hubieran podido destinarse al consumo, pero se “moderó” al estar dentro de un programa de ajuste con el FMI de buen cumplimiento.

El impacto de una inflación importada en una economía como la ecuatoriana de los años 2008, 2010, 2011 o 2012, cuando el déficit comercial no petrolero superaba el 10 % del PIB, hubiera sido muy diferente al que tuvimos en 2021.

Para este año 2022 la expectativa de inflación a nivel mundial es superior a los resultados del año anterior y Ecuador difícilmente podrá correr con otra suerte. Hoy el entorno demanda mayor presencia estatal al contar con recursos no presupuestados. El ligero relajamiento de restricciones en consumo se traducirá en mayores importaciones, principalmente no petroleras, que incidirán en la variación de precios con fuente importada. La expectativa de inflación que muestra el FMI para diciembre del 2022 es 3,8 %, mucho más optimista que la mía, ubicada en 5,2 %.