Columnas

Más indignación que acción

Cómo no indignarse si Naomi aparece muerta y no existe transparencia en el parte policial. Cómo no indignarse si las redes sociales y la voz ciudadana deben agitarse para que las autoridades del país digan más que unas vacías condolencias. Cómo no indignarse si lo que se promete en campaña, en ruedas de prensa, en las fechas importantes, al parecer solo se utiliza para dejarnos tranquilas.

Cómo no indignarse si hay irregularidades en los procesos, si quienes en teoría deben defendernos actúan como trogloditas. Cómo no indignarse si la Fiscalía asoma mal y tarde, y permite que el principal sospechoso en la muerte de Naomi vaya a rendir su versión por Zoom, gozando de oportunidades para huir del país. Sus familiares denunciaron que han querido profanar su tumba con oscuros intereses, quizás para esconder lo que la Policía debió notar cuando la encontraron sin vida.

Cómo no indignarse si Naomi pudo ser cualquiera de nosotras, su hija, o su hermana, o su mejor amiga. Y no, el sistema no nos da ninguna garantía.

Porque también nos indignamos por Lisbeth, por Martha, por tantas mujeres que han muerto y cuyas familias solo han recibido silencio de parte de las autoridades.

Cómo no indignarse si muchos en este país siguen pensando que las mujeres somos víctimas de nosotras mismas, que nosotros buscamos, provocamos o soportamos el maltrato porque nos gusta.

Cómo no indignarse si seguimos desprotegidas ante la indiferencia de quienes saben, de quienes observan la violencia y callan porque temen al poderoso de turno, o porque simplemente consideran que es un problema doméstico y no un riesgo mortal.

Cómo no indignarse si en Ecuador, este año, la Policía solo ha resuelto el 26 % de las muertes violentas y menos del 2 % de los casos llega a juicio, es decir, los responsables rara vez son sancionados.

Esta medianoche, mientras usted esté con su familia esperando la Navidad, habrá otras como las de Naomi y Lisbeth que sentirán en carne viva cómo la justicia no es capaz de darles consuelo. ¡Cómo sobra la indignación y hace falta la acción!