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Reformas al sistema electoral

Avatar del Byron López

Cuando alguien pregunta a otro por quién votó, la respuesta es dar el número de la lista, sin precisar a qué personas dio el voto

Es inconcebible pensar que en una campaña tan corta para designar presidente, vicepresidente y legisladores pueda haber el tiempo necesario para que los planteamientos concretos de los aspirantes, en caso de que los tuvieren, puedan llegar a la conciencia ciudadana para elegir bien y a los mejores. El voto ha pasado a ser una simple obligación. Se desvirtúa así la trascendencia del acto del sufragio, que es una conquista lograda por los pueblos para hacer conocer su voluntad para que un país mejore sus condiciones. El sufrago sirve, cuando se lo aplica correctamente, para vincular estrechamente a los aspirantes al poder público con sus electores. Desgraciadamente, como consecuencia de la irresponsabilidad de los organismos llamados a estructurar de manera eficiente el sufragio, se dan espectáculos deprimentes. Hay movimientos y partidos políticos llamados con acierto de alquiler, porque una vez que obtienen su inscripción legalmente ponen su marca a disposición del mejor postor para que en una próxima contienda lo alquile. Entonces vemos políticos que sin rubor alguno aparecen figurando en grupos políticos de los que hasta ayer eran adversarios. Esto sirve para que no exista, como debería existir, la estrecha ligazón de candidatos con electores. Una democracia efectiva se caracteriza, entre otros aspectos, por mantener una permanente relación con los electores, quienes están pendientes para exigir a sus candidatos el cumplimiento de las ofertas de campaña. Aquí ese es un sueño de perros. Los favorecidos con el voto hacen lo que les viene en gana pues saben que a nadie tienen que rendir cuenta de sus actos.

Algo que debe hacerse con urgencia, pero que no se hace porque atenta contra los intereses de los candidatos, es reformar la ley para que el voto no sea por lista completa, sino para elegir candidatos de entre las listas. De darse esta reforma el elector no tendría que votar por toda la lista, en la que como se acostumbra, se pone en primer lugar a alguien que tiene significación, y de allí para abajo a ilustres desconocidos. Cuando alguien pregunta a otro por quien votó, la respuesta es dar el número de la lista, sin precisar a qué personas dio el voto. Este es un atentado contra la libertad de sufragio. Quienes conocen a fondo la materia electoral deben propiciar estas y otras reformas que mejoren nuestra democracia.