Reaccionemos ante el crimen organizado

El miedo cunde por doquier, lo que genera una paralización de las actividades productivas, de emprendimiento y de superación social
La situación gravísima que atraviesa el país con la corrupción y el crimen organizado es alarmante. Ya no se puede hablar de un verdadero Estado de derecho; simplemente es imposible hacerlo. Frente a ello hay una actitud desconcertante por parte de los estamentos jurídicos llamados a velar por el imperio de la justicia y el orden. Una ciudadanía que ya no sabe qué hacer, se encuentra inerme para enfrentar estos acontecimientos. El miedo cunde por doquier, lo que genera una paralización de las actividades productivas, de emprendimiento y de superación social. El imperio del hampa y del crimen organizado es creciente. Las cárceles y penitenciarías se han convertido en sitios desde los cuales se dirigen los ataques contra vidas y bienes. Nadie explica en forma clara y terminante cómo es posible que la fuerza pública, la fuerza policial, las Fuerzas Armadas no nos digan a los ecuatorianos qué es lo que pasa. Últimamente han sido retenidos como rehenes en penitenciarías y cárceles del país decenas de servidores policiales y militares. No cabe la menor duda que estamos, aunque se quiera decir lo contrario, en una guerra y hay que enfrentarla con decisión, con valentía. Los elementos de la fuerza pública se supone que deben estar preparados para afrontar esta situación. El Gobierno nacional en más de una oportunidad ha expresado que recibe ayuda tecnológica, de equipos, por parte de organismos internacionales empeñados en luchar contra el crimen organizado; se hace necesario que ponga en evidencia su deseo de estar al frente en la lucha contra estos flagelos que nos angustian. No solo es cuestión de palabras, frases y discursos. Comprendemos que es un asunto de mucha gravedad que no va a arreglarse de la noche a la mañana, pero debe haber una actitud permanente, debidamente preparada para esta lucha, que es vital para la supervivencia de todos los ecuatorianos.
Todos los candidatos a las distintas dignidades a elegirse el 20 de agosto próximo deben hacer conocer su pensamiento y su actitud común para hacer lo que se requiere en este campo tan minado. La supervivencia del derecho y de la justicia es una ímproba tarea de todos.