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Crisis de la política

Avatar del Byron López

Es indudable que hay una crisis de valores, carencia de principios y una falta total de coherencia en quienes dicen que hacen política

La política, que para algunos es el arte de lo posible, significa que no debe ser para la elaboración de utopías. Debe ser “también el arte de hacer posible lo deseable”, como afirma Rodrigo Borja en su obra Enciclopedia de la Política. Por desgracia, la política carece de una dimensión ética. Es indudable que hay una crisis de valores, carencia de principios y una falta total de coherencia en quienes dicen hacer política. Por estas razones vemos con angustia cómo los mejor dotados huyen de la escena política pues han llegado a la triste conclusión de que esta es para los deshonestos y mercaderes de mentiras, que tratan de hacerlas aparecer como verdades. En gran parte del mundo existen seres humanos que han hecho de la política nada más que su ‘modus vivendi’ y un camino para engañar a los pueblos que, por falta de educación, siguen creyéndoles sus ofertas y engaños. Nuestro país, lamentablemente, se encuentra en esta órbita de desconcierto y crisis de la política. Lo vivimos diariamente. No tenemos políticos de talla tal que puedan convertirse en líderes o conductores de masas. No hay ideología alguna, ni proyectos o propuestas con proyección a 10 o 20 años, como plataformas de lucha para cambiar la situación de los ecuatorianos. Apenas hay ciertas personas que llegan a los organismos de elección popular gracias al TikTok, a las redes sociales, a los ‘slogans’ y canciones de novelería. No tienen base cultural alguna, no digamos conocimientos de nuestra realidad. El pueblo lo pudo constatar en vivo y en directo con motivo de las últimas elecciones, con los mal llamados debates entre candidatos, que no fueron más que programas de preguntas y repuestas mal contestadas. La Asamblea Nacional es otro escenario en donde cunden la ignorancia y el analfabetismo constitucional, para dar paso a la chabacanería, al insulto soez entre legisladores, al ansia de revancha para con sectores políticos nacionales dizque adversos, sin que le importe un comino la suerte del país. El pueblo no debe ser tratado así. Se hace necesario que salga de la anomia en que se encuentra, haga ver que sí tiene capacidad para exigir que se constituyan verdaderos partidos políticos con ideología, con estructura nacional, para así terminar con el populismo imperante, fruto de la no existencia de un sistema partidista serio y con liderazgos honestos.