Unámonos en defensa del progreso de la patria

La situación que atraviesa gran parte de la costa ecuatoriana a consecuencia de un invierno que no puede ser calificado de severo todavía, es prueba irrefutable de la inexistencia de la más elemental obra pública de infraestructura para contrarrestar épocas invernales. Transcurren los años y no es posible evitar que ciudades, cantones, parroquias, capitales de provincia, permanezcan inundadas por las aguas lluvias y en estado de insalubridad, proclive a la aparición y desarrollo de enfermedades. Apena ver cómo la gente debe habituarse a caminar con el agua a la rodilla, exponiéndose a contraer enfermedades y a sufrir accidentes. Y los sembríos comienzan a padecer las consecuencias del exceso de agua que no puede ser contenido por “obritas” que se rehacen todos los años.

Es fácil describir la dureza de situaciones como las referidas producto de la desidia e incapacidad de los organismos públicos encargados de evitar tanto daño. En las regiones y ciudades afectadas por el invierno terminan por comprender que nada positivo obtendrán y que lo único que queda es abandonar sus labores agrícolas para ir a las grandes ciudades a aumentar el volumen de desocupados y a engrosar los “cordones de miseria”. ¡Tenemos que reaccionar! Guayaquil y el Ecuador entero tienen que unirse. Ante ofertas electoreras, debemos escuchar la voz de la sensatez, si es que todavía queda alguien sensato en este país, capaz de renunciar a los placeres de una vida pacífica y contemplativa, para ofrecer a su patria su contingente de sapiencia y virtud. Necesitamos gente sana, digna, noble y preparada, de aquellos que todavía son incapaces de corromperse. Ya hemos tenido suficiente de “genios” y “redentores”; ninguno ha valido la pena. Necesitamos paz y trabajo honesto. Producción y sacrificio. Lucha y patriotismo. Y además, coraje contra la demagogia, la inmoralidad, la desidia y la impunidad.

Ec. Mario Vargas Ochoa