Tasas de interés

Para establecer técnicamente tasas de interés en instituciones financieras se consideran: ingresos (intereses activos) que genera el portafolio (cartera de préstamos), comisiones y otros ingresos. Egresos (intereses pasivos) que causan depósitos a la vista, a plazo y fijos, y gastos variables: operativos, de personal, otros egresos, depreciación y reserva para préstamos incobrables. Deben establecerse para que ingresos netos (intereses activos-pasivos), más otros ingresos, menos otros egresos alcancen el objetivo de retorno sobre el capital (ROI). Es central el Reporte de Rentabilidad de cuentas individuales y por segmento de negocios y el Retorno sobre Activos de Riesgo. Calculados los intereses que permitan alcanzar el ROI, los ingresos tras participación de empleados e impuestos (utilidades netas) se los relacionan al patrimonio e inflación. Si las tasas de interés resultan altas respecto a la inflación, la alternativa sería bajar las tasas activas y considerar un aumento en el portafolio y/o otros ingresos, y/o reducir gastos operativos y de personal y crear reservas para préstamos incobrables del portafolio refinanciado. El riesgo de crédito y la liquidez de la economía influyen en la determinación de rangos de tasas de interés para distintos segmentos de negocios. Las tasas pasivas deben estimular el ahorro. Las activas no deben ser ni muy altas que no incentiven la inversión, producción y empleo ni tan bajas que erosionen el capital (patrimonio).