Inteligencia, conocimiento, cultura y capacidad para gobernar

La gran mayoría de ciudadanos del mundo asocia conocimiento con inteligencia. Nada más alejado de la verdad. Se pretende que alguien que adquiere conocimientos, en especial académicos, es alguien inteligente. No es así. Adquirir conocimientos puede hacérselo aprendiendo de memoria. Igualmente, en el tema cultural. No es inteligente, por ejemplo, un profesional de economía -de carrera completa o intermedia- que no maneje con soltura conceptos básicos de esa especialidad. A nadie se le ocurre que los fondos de un banco pueden ser dispuestos por sus directivos o dueños, a voluntad y sin control. En los bancos privados del Ecuador ya se tuvo un problema muy serio con los préstamos vinculados, que se trataba, precisamente de la disposición de los fondos depositados en los bancos, a libre voluntad, para beneficio propio o de personas vinculadas con directivos o dueños. Esto se juzgó, y hubo al menos dos o tres condenados por esta arbitrariedad, que en resumen era disponer de fondos ajenos para beneficio propio o de relacionados. Hubo hasta personas que fueron privadas de la libertad. Sin embargo, hoy, un sector de la sociedad da crédito a uno de los candidatos que propone hacer lo mismo con los fondos del Banco Central, que están allí en custodia, como lo estaban los fondos de los depositantes en los bancos privados. El atropello es el mismo: disposición de dineros ajenos para beneficiarse personalmente (en este caso como figura política). Pero a donde quiero llegar es a la asociación de conocimiento e inteligencia. ¿En qué consiste, pues, la inteligencia? En la capacidad de hacer uso de los conocimientos de manera correcta, imparcial, sin sesgos. Esto es coincidente con la capacidad de gobernar. ¿De qué sirven los conocimientos en una persona que no sabe aplicarlos? ¡De nada! Cuando una persona adquiere conocimientos a nivel profesional o tecnológico, por ejemplo, en economía, debe saber, sin la menor duda, que los dineros depositados en un banco por el público, no le pertenecen al banco, sino a los depositarios. ¡Este concepto es claro para el público en general, no se diga a un economista o a un Bachelor in Science, con mención en economía! Pero hubo un presidente economista que desconoció este concepto elemental, y hoy un candidato a la presidencia auspiciado por ese expresidente pretende que el dinero del Banco Central esté disponible a su voluntad personal. Yo lo califico como incapacidad para gobernar.

Ing. José M. Jalil Haas