Las exigencias del pueblo son mayores que antes

No quiero saber qué vendrán a hacer nuestros futuros gobernantes. Será como recoger pedazos del país, luego de la resaca del coronavirus.

Para las nuevas autoridades que saldrán electas en 2021, lo que se viene es realmente aterrador. Por donde se vea solo se perciben negros nubarrones, decepción. Y no hace falta ser vidente o agorero. Basta salir y observar la desesperanza por las calles. Allí, como en nuestras zonas rurales, se respira tristeza, desaliento, coraje. Quisiera ser optimista, decir que hay que aprovechar esta crisis generalizada y hacer de ella una oportunidad para cambiar nuestro país. No puedo. Mis ojos curtidos de observar los graves problemas que tenemos, agudizados en los últimos 13 años, han perdido casi totalmente su capacidad para la esperanza. Lo que más entenebra el oscuro futuro es la forma caótica en que se han manejado los serios problemas de la nación. Estamos sufriendo por COVID-19, enfermedades, muertes y carencias de todo tipo. El golpe a nuestra economía ha sido de gran impacto a todos los niveles. El Gobierno se ha quedado sin dinero ni para pagar salarios y pensiones jubilares. En este momento crucial se requiere que líderes religiosos, políticos, gremiales, empresariales, la academia... se reúnan en aras de enfrentar la amarga situación que se está viviendo y que vendrá. Dialogar, por el bien de todos, es un acto patriótico. Unirse por el bien de la patria. Los líderes políticos en especial, no pueden seguir en constantes luchas con sus adversarios. Un pacto de unidad política es indispensable para el fortalecimiento de nuestra democracia y para toda la sociedad. Se hace necesario que, deponiendo intereses partidistas, se unan a favor del país. De lo contrario, a los estragos de la pandemia, habrá que sumar el accionar torpe y mezquino que ha sido usual en esta dirigencia. Ya sabemos que los resultados siempre son amargos para los más necesitados. No quiero saber qué vendrán a hacer nuestros futuros gobernantes. Será como recoger pedazos del país, luego de la resaca del coronavirus.

Ec. Mario Vargas Ochoa