El desempleo no puede cohabitar con nosotros. Demos soluciones

La buena gobernanza, la estabilidad social y la justicia económica son la esencia de este derecho humano fundamental.

La gran injusticia es la pasividad del Gobierno frente a la desbordante desigualdad y la falta de oportunidad de los excluidos socialmente. No valen migajas, esa no es la solución; tenemos derecho a un trabajo digno y el deber de trabajar. Todo parece indicar que el nivel del desempleo va a seguir creciendo, lo que agravará el malestar social el próximo año. Cada día tenemos más empleo vulnerable, mayor inestabilidad y gran diferencia de ingresos. Ante esto convendría que todos los líderes políticos, empresariales, gremiales reflexionen sobre esta nueva lacra y activen soluciones. Aniquilar el horizonte de una gran parte de la ciudadanía es una barbarie que no se debe permitir. Han perdido la conciencia y el corazón cuando se descarta a una generación de jóvenes a quienes vienen truncando sus sueños, sin trabajo ni educación, y se muestran tan pasivos. La cultura del bienestar no puede estar al capricho de unos pocos. Los políticos deben trabajar por esa ciudadanía a la que representan y a la que han optado por -libremente- servir. Si en verdad quieren proteger nuestras familias deben tomar como prioridad promover el empleo digno. Es hora de la acción conjunta y coordinada. Los pobres no solo piden empleo para el sustento, requieren también sentirse útiles socialmente, reinsertados. Estar sin empleo no es solo carecer de lo necesario para vivir, es negar la dignidad a la persona. Y esto marca. La buena gobernanza, la estabilidad social y la justicia económica son la esencia de este derecho humano fundamental.

Ec. Mario Vargas Ochoa