Cartas de lectores

¡Cero ocio!

Así llama el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, al plan para aprovechar la fuerza de trabajo represada en las prisiones. Los privados de libertad limpian canales, desbrozan matorrales, ayudan en construcciones de caminos y otras tareas que significan ahorro a los municipios y arcas gubernamentales. Las buenas ideas podrían replicarse en nuestro país y adaptarse al medio. En nuestras cárceles tenemos miles de privados de la libertad sin “hacer nada”, solo engordando, comiendo gratis y planificando cómo delinquir con sus compinches externos. Es utópico pensar en su “rehabilitación”. Los delincuentes de “oficio” son psicópatas. No es posible ninguna regeneración, psiquiatras y psicólogos lo saben. No sienten remordimiento, respeto, ni pena por nada ni nadie, ni por su familia. No tienen moral. La sociedad paga muy caro sus perversos actos. En el cerebro carecen de zonas vitales para el procesamiento de sentimientos afectivos, morales y éticos; es decir, son insensibles. Esa condición no se puede revertir ni psicológica, ni psiquiátricamente, ni con terapia medicamentosa. El Gobierno haría bien en, de alguna forma, utilizar esa fuerza laboral que se desperdicia y nos cuesta sostener. Se requieren recursos para niños de la calle, educación y tantas otras necesidades. Cada quien debe ganar su bocado con esfuerzo.

Daniel Uyaguari Zh. Psic. Ind.