Cartas de lectores | Tanto nadar en el mar y morir en la orilla

Supervisión bendita, ¿dónde andas, que se te necesita?

Ayer fui a un supermercado. Al pagar se emitió la factura correspondiente más tres cupones desprendibles, los cuales sin ningún aviso o consentimiento fueron arrojados a la basura por la cajera. Ante dicha acción le solicité ver tales comprobantes y ella me respondió: “son cupones de una promoción caducada”, pero insistí y me los entregó. Al revisarlos descubrí que pertenecían a una promoción que dura desde el 02 hasta el 24-abr-2024 y que el sorteo sería el 08-may-2024. Le pregunté por qué botaba los cupones si aún estaba vigente la promoción y simplemente dijo que “aún no habían llegado las ánforas para depositarlos y además estos cupones no los puede usar otra persona porque ya salen con datos impresos; por eso los boto”. Al escucharla pensé: de qué vale nadar en el mar si se muere en la orilla. Las empresas suman esfuerzos para repuntar ventas, seleccionan productos participantes, contratan promotores, gastan publicidad en medios televisivos, para que al final las ánforas no estén colocadas en los punto de venta. Supervisión bendita, ¿dónde andas, que se te necesita?

La Biblia en Mateo 7:2 dice: Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Una persona no puede ser juez y parte en ninguna actividad. No creo en los juegos de azar, pero en mi opinión dichos cupones deben ser entregados a los clientes para que sean ellos quienes decidan si participan en el sorteo o los desechan.

Marysol del Castillo