Cartas de lectores | Festividades deslucidas por el proceder de autoridades

Esta clase de antagonismo y vergonzosas situaciones ofenden la majestad de una ciudad en extremo pujante

Una de las más importantes condiciones que un político debe tener y cultivar, en especial cuando ha recibido el mandato supremo de representar a toda una nación o ciudad, es la convicción más íntima y cabal de que su gestión debe proyectarse, responsable y equitativamente, a todo el país. En el caso de Guayaquil, muchos años atrás la celebración del 25 de Julio tuvo caracteres de regocijo para los guayaquileños. Los eventos y desfiles que se organizaban creaban un ambiente propicio para que la ciudadanía disfrutase con civismo y orgullo junto a sus mandatarios, que con cariño y admiración la visitaban y aprovechaban para inaugurar obras, en ocasiones modestas, pero obras al fin, que con sensibilidad y esfuerzo habían impulsado en beneficio de la comunidad. En esta ocasión, la presencia del presidente de la República, lejos de mejorar las circunstancias políticas con el alcalde, puso de manifiesto la realidad de un distanciamiento político extremo entre ellos. Y de obras para Guayaquil, nada, porque nada o muy poco se ha hecho por ella, ni siquiera en un problema tan elemental como la seguridad ciudadana. Ello debería hacernos reflexionar respecto a la necesidad de que el odio desaparezca de nuestra vida política; sin embargo, la realidad deja ver lo contrario. Es conveniente, en el momento político que vivimos, producir un cambio verdadero en la forma de llevar la vida política y sus manifestaciones. Esta clase de antagonismo y vergonzosas situaciones ofenden la majestad de una ciudad en extremo pujante, trabajadora y fecunda, tanto en recursos económicos que alimentan la economía nacional como, especialmente, en hombres y mujeres de enorme valía, siempre dispuestos a entregarse, con sinceridad y patriotismo al servicio del país. Una ciudad de tales características no debe ser ofendida por sus autoridades propiciando divisionismo entre sus habitantes. Guayaquil está atravesando una situación extremadamente crítica en temas de salud, desempleo, delincuencia común, crimen organizado, narcotráfico, vacunadores, extorsionadores, secuestradores, sicariatos, etc. y demanda soluciones prontas y radicales para combatir estas lacras que agobian a los guayaquileños. Guayaquil quiere ver y sentir que se la atiende, no como favor o dádiva que deba retribuir con votos en las próximas elecciones, sino como un acto de estricta justicia. ¡Guayaquil se siente herida y resentida frente a sus autoridades nacionales y locales!

Mario Vargas Ochoa