Cartas de lectores: El desafío de rescatar la Casa de la Cultura en El Oro

Los actores culturales de El Oro y el país enfrentamos un momento crucial: las elecciones de nuevos directores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en agosto de 2025. Hasta ahora los trabajadores culturales hemos sido solo una estadística en el padrón electoral. Pasados los comicios, los directores elegidos nos ignoran por completo. 

El cronograma de elecciones ya se publicó, iniciando este proceso clave para definir el futuro de la gestión cultural en la provincia. ¿Qué debemos hacer los actores culturales en este nuevo proceso eleccionario? ¿Seguiremos confiando en personas ajenas a la actividad cultural como eje central, que resuelvan problemas que no comprenden? ¿Seguiremos asistiendo a sus eventos como voluntarios “para que nos conozcan” y alimentando las divisiones internas que tanto nos han debilitado? 

El mundo artístico es por naturaleza complejo y diverso, construido sobre egos y visiones que a veces chocan entre sí. Sin embargo, los tiempos han cambiado y ya no podemos darnos el lujo de actuar fragmentadamente. 

Un estudio de la Universidad de las Artes (2021) revela que 55,76 % de los artistas ecuatorianos tienen más de un empleo para subsistir; ello los obliga a abandonar sus proyectos. La Casa de la Cultura fue creada precisamente para cambiar esta realidad, con el espíritu de “convertir a Ecuador en una potencia cultural”, como planteó su mentor, el Dr. Benjamín Carrión. Ese horizonte parece haberse perdido en el camino. ¿Cuándo y cómo ocurrió? Cuando los actores culturales dejamos de interesarnos por la institución y personas ajenas al desarrollo cultural la dirigieron. 

En El Oro, la CCE se va convirtiendo en una memoria difusa, lejana a las necesidades reales del sector; baja vinculación con artistas, escasa circulación cultural, escenarios culturales en abandono, entre otras desconexiones. Quienes prometieron entender y resolver estas necesidades demostraron no comprender ni las propias. Ante ello, la historia nos plantea una bifurcación clave: unirnos los actores culturales para rescatar nuestra casa de la cultura o asistir a su declive final. Caminar juntos representa un desafío gigantesco pero es el único camino viable. 

Las y los hacedores culturales orenses debemos superar desacuerdos internos y priorizar el presente y futuro de nuestras carreras artísticas y nuestros proyectos. El proceso no será fácil pero es necesario para preservar nuestro legado y mejorar nuestras condiciones de vida. El momento de actuar es hoy; la responsabilidad, nuestra.

Ángel Orellana Flores