Cartas de lectores | Debemos volver a la senda de la razón y de la austeridad

En Ecuador, desafortunadamente, se ha creado una relación simbiótica entre ciudadanos y gobierno.

Desde que se inició el gobierno actual, hemos escuchado tanto a nuestro gobernante como al ministro de Economía y Finanzas en diferentes medios de comunicación, afirmar que es necesario poner orden a las finanzas públicas y buscar un equilibrio fiscal, debido a que el país no aguanta más. En pocas palabras, “no hay plata” para nada.

En Ecuador, desafortunadamente, se ha creado una relación simbiótica entre ciudadanos y gobierno. Lamentablemente, el incentivo de un sistema presidencialista como el nuestro es la captura del poder, donde la única forma de lograrlo es mediante las promesas y los privilegios que pueden otorgar los gobiernos a través del monopolio de las leyes a los diferentes grupos de poder.

Es inaceptable, por ende, decir que hay que sacrificar a la población para lograr el beneficio del país. No tiene sentido usar como excusa un alza de impuestos o eliminar subsidios, lo cual no deja de ser una posibilidad, cuando tenemos un Estado con una cantidad de instituciones con duplicidad de funciones, muchas de las cuales no figuran entre los roles que debe tener un Estado. Tenemos una burocracia abultada, activos inutilizados, empresas públicas ineficientes y corrompidas. Está claro quién debe pagar el ajuste y quiénes son los que deben sacrificarse.

De nada sirve sacrificar a la población a través de aumentos de impuestos o la eliminación de subsidios, lo que solo va a reducir el consumo mediante la pérdida de su poder adquisitivo, mientras seguimos teniendo un Estado excesivo, con un gasto público irresponsable e instituciones y empresas públicas cuya existencia no se justifica.

El ajuste debe hacerse, pero primero deben ser el Estado y los gobernantes quienes asuman el ajuste. Luego, los ciudadanos deben dejar de evadir la realidad y afrontar las malas decisiones, especialmente aquellas que, por esperanza e ilusión, se dejan vender como si toda necesidad fuera un derecho.

Mario Vargas Ochoa