¿Para dónde vamos en el 2022?

Trabajemos más y quejémonos menos; el desarrollo también está en nuestras manos

Me gusta ser optimista. He aprendido a las malas que los vasos por la mitad están medio llenos, no medio vacíos y que la actitud marca una gran diferencia en el desarrollo del trajinar diario de cada persona. Creerán que voy a decir que 2022 será color de rosas, que el próximo año estaremos mejor, sin COVID-19 y con crecimiento económico. Me encantaría desearles eso, pero he aprendido también que es preferible decir las malas noticias con la sonrisa más grande del mundo, así será un poco más digerible y no tendremos cargo de conciencia por ocultar o falsear una verdad. Ecuador está pasando por una crisis económica severa, quizá disfrazada por el movimiento del circulante que se da por la apertura de los negocios al cumplirse el plan de vacunación. Que eso es reactivación económica es falso, los números siguen en rojo. A muchos sectores les ha costado, pero lo están haciendo bien; han tenido que migrar a la virtualidad, que es lo único que nos podrá sacar del bache, y como sociedad, apoyar las directrices de quienes nos gobiernan, siempre y cuando sean en beneficio de la mayoría y de los más vulnerables.

La política no se puede quedar atrás. De componendas la gente ya está hastiada. Debemos trabajar en conjunto, no tenemos otro camino; si la derecha se sigue fraccionando, mi temor es que el correato y su nefasto mandato se vuelvan a perennizar en el país. Trabajemos más y quejémonos menos; el desarrollo también está en nuestras manos.

Lic. Francesco Aycart C.