2020, año del temor. Que no sea en vano lo que nos ha tocado vivir.

No sé en qué momento perdimos el rumbo, el sentido de la ética.

Nunca imagine que el 2020 sería el año del temor. Tuvimos noticias del coronavirus por medio de un cliente chino que fue a su país natal a pasar el año nuevo. A su regreso, ya Wuhan, estaba minado y su rápida expansión había llegado a Europa, en especial a Italia, que fue el foco expulsor hacia América. Como siempre, atrasados y poco meticulosos, los gobernantes no supieron tomar medidas a tiempo, cerrar fronteras, dar instructivos respecto al virus y este llegó a campear en Ecuador. Su ciudad preferida, Guayaquil. ¿Por qué? Son más de 3 millones de ecuatorianos que no tienen agua potable y nos les es posible lavarse las manos cada vez; viven del día a día y si hacen una cuarentena morirán de hambre. El país no estaba preparado para una emergencia sanitaria tan grave. Esto es lo que nos ha tocado vivir, ver y palpar: un gobierno débil, autoridades improvisadas, con excelente gestión, pero sin ningún liderazgo. Y en medio de todo, ver cómo la policía realiza allanamientos en casas de funcionarios, de exmandatarios, de asambleístas en función, es realmente vergonzoso. No sé en qué momento perdimos el rumbo, el sentido de la ética. Como leí: Ojalá que evolucionemos para bien, para utilizar la humildad como forma de vida, y tal vez cuando volvamos a vernos, caminaremos más despacio, más humildes, más humanos.

Martha Valencia