En 'Testosterona', Cristian Alarcón convierte el trauma en performance escénico

El teatro está oscuro. Solo una luz tenue envuelve la figura de Cristian Alarcón sobre el escenario. Él se detiene un momento, respira y comienza a narrar. Su cuerpo -el cuerpo que durante décadas guardó una memoria que había sido silenciada- se convierte en documento, en archivo vivo, en resistencia. Así comienza Testosterona, una obra que no es solamente una pieza teatral: es un acto de memoria y de denuncia, un biodrama que explora la violencia hormonal contra los niños en América Latina, y que llegará a la capital el 28 de junio.

Estrenada en el Festival Santiago a Mil en 2024 y luego presentada en el Teatro Astros de Buenos Aires, la obra es el resultado de un proceso largo y profundamente personal. “Cuando era muy niño, me aplicaron inyecciones de testosterona como parte de un tratamiento completamente deshumanizante. Lo había olvidado por completo. Y un día, en diciembre de 2019, ese recuerdo regresó”, cuenta el reconocido periodista y escritor. “Lo olvidé durante cuatro décadas. El recuerdo regresó poco antes de la pandemia, en diciembre de 2019. Y en ese instante escribí un poema”.

Ese poema, originalmente publicado en una antología sobre el cuerpo contemporáneo, fue el punto de partida. Más tarde, en colaboración con la directora Lorena Vega y el equipo del laboratorio de periodismo performático, Alarcón dio forma a una obra que combina investigación, performance, poesía y archivo. “A lo largo de la pandemia fue creciendo la investigación que hicimos junto a Lorena y que termina en un texto dramatúrgico que van a poder ver convertido finalmente en una performance teatral”.

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La obra indaga en las prácticas de “corrección” hormonal ejercidas sobre niños y adolescentes homosexuales para moldearlos hacia una supuesta masculinidad hegemónica. “Esto ha sido un proyecto biopolítico universal”, afirma Alarcón. “Porque, aun en medio de la Guerra Fría, ocurría al mismo tiempo en Estados Unidos y en Rusia, en el norte y en el sur del mundo, en los países desarrollados y en los países en vías de desarrollo”. 

El archivo de los afectos

Uno de los pilares de Testosterona es la noción de archivo afectivo. Para Alarcón, abordar el trauma requirió alejarse de los datos clínicos y acercarse al lenguaje simbólico. “Es como si, para poder abordar el trauma en la escena, yo hubiera necesitado ir hacia la metáfora, la poesía, los símbolos. Y por eso lo escénico fue tan crucial, porque fue la primera vez que yo no investigué para escribir un libro. Fui hacia las artes escénicas como quien bordea el cráter de un volcán”. 

En la obra, Alarcón actúa de sí mismo. Habla desde el presente y desde el recuerdo. Reconstituye momentos de su infancia en un pequeño pueblo de la Patagonia argentina, donde el mandato de la masculinidad se impuso con violencia médica y simbólica.

 “Todos fuimos, de algún modo, obligados a ser de cierta manera”, dice. “Todos tuvimos que corregir aquello que no le parecía, entre comillas, normal a nuestros padres, a nuestros maestros, a los adultos que nos observaban y nos iban diseñando para que fuéramos funcionales”.

A esto se sumó el trabajo con una académica argentina que se encontraba estudiando la transición de transvarones en el conurbano bonaerense, y que eran usuarios de testosterona en el sistema de salud pública. “Ella me ayudó a entender qué efectos podía haber tenido esa hormona en mi cuerpo, qué rastros había dejado, cómo se habían inscrito químicamente en mi vida”, agrega.

La respuesta del público ha sido una de las principales sorpresas que ha recibido Alarcón desde que la obra empezó a circular. Tras las funciones en Buenos Aires, jóvenes y adultos comenzaron a compartir historias similares con él. 

“Se me acercó un médico de 54 años, un hombre de 36, un europeo de 38, otro de 36… Esta no es solo mi historia. Se trata de una historia sobre el mandato de género como uno de los motores de nuestras infancias, y quizás lo más difícil es entender que, así como esto pasó en un pueblo remoto de la Patagonia, también pasó en Quito, en Guayaquil, en Cali, en Bogotá. Y eso es lo que estamos investigando ahora”, afirma.

Periodismo performático

estosterona forma parte del proyecto de periodismo performático, una línea de creación impulsada por Alarcón y el equipo de Revista Anfibia. Este enfoque explora las posibilidades expresivas del periodismo cuando se combina con lenguajes artísticos como el teatro, la danza o la instalación. 

El objetivo no es dramatizar una noticia, sino darle cuerpo y convertirla en escena a partir de una investigación ya elaborada con los métodos del periodismo narrativo, ampliando sus formas de circulación y recepción. 

“Cuando decimos periodismo performático, estamos diciendo investigación periodística”, aclara Alarcón. “Solo que ya no en un formato tradicional como el texto escrito o el reportaje audiovisual. Se trata de activar esa información de manera sensorial y colectiva, donde el cuerpo del periodista puede entrar en juego como testigo, como archivo, como acto político”. En ese cruce entre biografía, archivo e interpretación se sitúa Testosterona, una obra que renueva los modos de contar lo real desde el escenario.

La obra se presentará el sábado 28 de junio a las 18:00 en el Teatro Variedades Ernesto Albán, de la capital. La pieza es parte de la oferta internacional de obras que participan en la Fiesta Escénica 2025, que desarrolla la Fundación Teatro Nacional Sucre. 

Las entradas para la función tienen un costo de $12 y están disponibles en la boletería del teatro y en línea a través de www.teatrosucre.com.

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