Con la llegada de las lluvias y las inundaciones, aumentan también los riesgos. Desde postes de luz a punto de desplomarse, hasta paredes que tambalean y viviendas a metros de desmoronarse o quedar cubiertas de lodo y tierra, constan entre las principales inquietudes de los guayaquileños en esta época invernal.

Rebecca Vera, quien vive en Sauces 2, por ejemplo, teme que un árbol de más de tres metros de altura que lleva meses en mal estado caiga sobre una casa esquinera. “Cada vez que llueve, caen ramas enormes sobre el techo de la vecina y sobre la avenida. Es un constante peligro. Da miedo de que en cualquier momento el árbol caiga completamente o se parta en dos. Hemos pedido ayuda, pero nadie viene”, relata la líder barrial, que asegura que el Municipio está al tanto del problema.

“Ya hemos enviado oficios hace seis meses, por lo menos; insistimos en que venga su personal a podarlo, pero no recibimos respuestas. ¿Acaso esperan que se caiga y haya muertos o heridos para prestarnos atención”, reclamó indignada.

En la zona de Bellavista Alta, los moradores temen por el deslizamiento de tierra, lo que podría provocar accidentes, como pasó ya la semana anterior en Urdenor 2.

“El sistema de recolección de aguas lluvias no sirve hace mucho y con las últimas lluvias se ha acumulado toda esa tierra y está estancada. Tememos que con los próximos aguaceros toda esa tierra ceda y termine cayendo sobre la avenida Jorge Perrone Galarza (vía principal). ¿Qué hacemos si eso pasa? Nos quedaríamos incomunicados. Esto, si no hablamos de pérdidas humanas”, comentó Ángel Morales, administrador de la ciudadela, quien pide ayuda de las autoridades.

Morales detalló a EXPRESO que prácticamente desde 2013, la comunidad ha exigido ayuda y atención, pero que los han ignorado. “Necesitamos ser atendidos urgente antes de que ocurra una desgracia...”, alertó.

“En cada lluvia vivimos con el terror de que ocurra una desgracia. Me aterra que pueda pasarnos lo que pasó en La Gasca, en Quito. Que llegue la lluvia, con ello el aluvión y todos quedamos atrapados en lodo”, sentenció Romina Villavicencio, de este sector.

Tal como EXPRESO lo ha contado, ya la fuerza del invierno ha dejado varias viviendas afectadas en sectores como vía a la costa, la ciudadela Huancavilca sur, Urdenor, Bosque Protector Paraíso, el suburbio de Guayaquil, entre otras zonas.

Sin embargo para los denunciantes, quienes se comunicaron con la Redacción de EXPRESO para detallar sus situaciones, esos antecedentes no han logrado que las autoridades reaccionen o trabajen en prevención.

“Parece que prefieren limpiar el problema antes que prevenirlo. Si nos quedamos callados, somos cómplices y por eso hasta recibir ayuda, me quejaré. Una y otra vez, las que sean necesarias”, reclamó Aldo Martillo, residente de la cuarta etapa de la Alborada, donde varios árboles están en peligro de caer por el mal estado y falta de mantenimiento.

EXPRESO consultó al Municipio sobre estas denuncias de peligros evidentes en los barrios, preguntó qué están haciendo para evitar posibles deslizamientos o caídas de árboles; o si al menos tienen mapeadas las zonas de mayor riesgo; pero hasta el cierre de la edición nadie respondió.

Mientras tanto, la tensión entre los moradores de la calle Argentina, en el sur de Guayaquil, se intensifica. “Aquí ya vivimos con un rosario en la mano. Rezamos para que un poste, que está al borde del colapso, no se caiga. Todos lo vemos, menos los funcionarios”, se quejó Éricka Ordóñez, quien hizo énfasis en el punto vulnerable. Argentina y la 23, Argentina y la 23, repitió una, dos, tres veces.

En el lugar, una obra, que debió ya ser entregada por el Municipio, ha llenado de tierra al barrio, la que se convierte en lodo con apenas unas gotas de agua. “Cuando trabajaban las maquinarias fueron cuarteando la estructura y ahora con las lluvias, cada vez cede más y más la tierra, y está a punto de caer”, comentó.

Frente a ello, algunos vecinos han decidido colocar unas cañas para evitar, al menos momentáneamente, la caída de la estructura. “Tenemos suficiente con las inundaciones, no queremos más daños. ¡Que alguien haga algo, por favor!”, suplica el vecindario.