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Tránsito. Los trancones que se forman en esta calle son catalogados como “insoportables” por los conductores, especialmente entre las 17:00 y 19:00.AMELIA ANDRADE

El tormento vial de la Orellana se replica a lo largo de la calle Machala

Intenso tráfico, informalidad y robos permanentes, denuncia la ciudadanía en esta arteria. El problema no es nuevo, aún así la ayuda e intervención no llega

La avenida Francisco de Orellana no es la única que en Guayaquil genera dolores de cabeza. La calle Machala, cuya extensión es de dos kilómetros y por la que transitan a diario miles de vehículos, es similar en muchas cosas a la anterior. En ella hay caos, desorden, inseguridad; tanto el peatón como el conductor permanecen en alerta.

Luis Padilla, un taxista que a diario se desplaza por esta arteria, paralela a la avenida Quito, también congestionada, lamenta que no exista autoridad alguna que ponga orden a la informalidad. “Estamos rodeados de vendedores que se nos lanzan encima e invaden las calles, los semáforos, las veredas. En la Machala (que inicia en la calle Gómez Rendón y culmina en la 8 NO -Piedrahíta-), los peatones han perdido su espacio, y nosotros, hasta los ojos. No sabemos ya hacia dónde mirar, a dónde apuntar. Por todos lados nos atacan los informales y la preocupación está porque algunos son delincuentes. Ladrones camuflados de comerciantes”, advierte.

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En un recorrido que hizo EXPRESO constató que la Machala en sus intersecciones con las calles Alejo Lascano, Huancavilca y Aguirre, son los puntos donde más pululan los informales que exhiben sus productos en los semáforos. Hay en grupos de hasta 20. Desde allí gritan, promocionan los artículos, pegan a los autos para llamar la atención. Mientras, los limpiaparabrisas, como pasa en Alejo Lascano, lanzan agua sobre las ventanas para, con consentimiento o no del conductor, lavar sus unidades, lo que irrita a muchos.

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Informalidad. Los vendedores ambulantes causan molestias a los transeúntes y conductores que acusan que muchos son abusivos.AMELIA ANDRADE

“Siento que me van a invadir, estas personas no respetan nada. He leído siempre que la Orellana no te permite respirar cuando la luz del semáforo se queda en rojo, pero aquí es igual. De hecho la situación resulta todavía más compleja porque en las aceras de esta zona céntrica, que conecta al norte con el sur, prevalecen los consumidores de drogas. La Machala se supone que debería ser una de nuestras vías emblemas. ¿Y lo es? No, en definitiva. Esta no es más que una calle ancha, pero en decadencia”, argumentó la conductora Isabel Chang, quien vive en Álamos Norte y a diario viaja al sur, donde labora.

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En esa misma intersección,  donde se levantan decenas de negocios, más de 40, entre ferreterías, restaurantes, hoteles y notarías; se encuentra el Parque Central Huancavilca, un lugar que lejos de ser un centro de recreación familiar se ha convertido en un área abandonada de alta peligrosidad. “Durante el día podríamos decir que uno puede caminar, también siempre alerta; pero después de las 18:00, el sitio se torna intransitable. El parque es el cómplice y refugio de los delincuentes”, relata Raúl Ramos, dueño de una tienda del sector.

“A las 20:00 que cierran el parque solo es posible escuchar gritos y los pasos de la gente que huye. La semana pasada vi como un sujeto le arranchaba la cartera a una joven, es desesperante no poder hacer más y ver como las víctimas no tienen para donde correr porque toda la arteria es igual de conflictiva”, contó. El morador asegura que ha solicitado patrullajes a la Policía, pero que no han tenido respuesta. “Los operativos son inexistentes”, lamenta.

No obstante, advierte Blanca Quishpe, quienes no dejan de dar nunca la vuelta son los arranchadores que desde las motos atacan a la ciudadanía. “Ellos se estacionan y actúan en la intersección de la Machala con la 9 de Octubre. Es increíble, pero a esta ruta no la mira la Alcaldía, ni la Policía, ni los militares. A esta vía no la mira nadie”, se queja.

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DETALLE:

Historia. La calle lleva ese nombre desde 1887. Es la principal vía que conduce desde el norte hasta el sur de Guayaquil. Tiene 2.3 kilómetros de extensión.

Según datos de la Policía, que defiende ejecutar a diario operativos de control, aunque la ciudadanía al unísono opine lo contrario, en lo que va del año se han registrado 331 incidentes, entre ellos asaltos, en el circuito 9 de Octubre.

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Motorizados. En medio de los carros, los motorizados también se hacen camino. La ciudadanía asegura que muchos irrespetan las señaléticas.AMELIA ANDRADE

Pero a este escenario se suma otro conflicto, el tránsito. Los trancones diarios, que se reportan de 17:00 a 19:00, son un dolor de cabeza que afecta incluso a quienes se arriesgan a recorrer la ruta. “La Machala tiene ocho carriles, aún así parecen ser insuficientes. No sé por qué se reportan embotellamientos y por qué la gente pita tanto. Quizás sea por desesperación, al sentirse vulnerables”, piensa el conductor Marlon Bazán. Lourdes Mejía, quien habita en la calle Manabí, a tres cuadras de la conflictiva arteria, dice que ahí se escuchan los bocinazos de los vehículos. “Es un escándalo permanente. La zona es comercial, pero ir a comprar por este bulevar, a veces, se torna un infierno. Más aún cerca del mediodía,    en la intersección con Huancavilca los chatarreros se toman las calles para armar una especie de mercado al aire libre”, argumenta. “Queremos respirar paz, tener vida de barrio. Queremos salir sin miedo, que se recupere el orden”, añadió Lisbeth Orejuela.

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Hay muchos vendedores informales, algunos delincuentes se camuflan entre ellos. Aquí deben    hacer controles inteligentemente en los lugares y momentos correctos.

Vicenta Mora
​trabaja en el sector

Belén Angulo
conductoraCuando la luz cambia a rojo hay que andar con cuidado. Ya he visto como asaltan a conductores con los vidrios abajo. Los motorizados nos tienen atemorizados.

Belén Angulo
conductora